23/05/2019

Emund, una start-up de la URV, ofrece audiovisuales en stop-motion de soporte al aprendizaje

La empresa tiene como objetivo aportar herramientas para modificar la falta de interés y concentración de los alumnos en las aulas. La iniciativa surge de un trabajo de fin de grado de dos alumnos de Educación Infantil y Primaria de la URV

De izquierda a derecha: August Villamayor, Raquel Meseguer y Marina Almazán son los tres impulsores de la sociedad.

Falta de atención, falta de motivación y carencia de creatividad. Estos son los tres problemas que los jóvenes impulsores del Emund habían detectado en las aulas y querían combatir. Los graduados por la URV August Villamayor y Raquel Meseguer pusieron a prueba nuevas estrategias de aprendizaje en las aulas de P3 para facilitar la concentración y el seguimiento de las actividades. Lo hicieron en el trabajo de fin de grado y a raíz del resultado que obtuvieron decidieron crear Emund -junto con Marina Almazán, graduada en Economía, Gestión de Empresa & International Business Economía por el Abad Oliba-, una empresa emergente que, un año y medio después de la fundación, ya trabaja para diferentes clientes, más allá de las escuelas.

En el trabajo querían comprobar de qué manera la comunicación con audiovisuales influía en el aprendizaje. Para ello, fueron a clases de P3 donde se trataban conceptos relacionados con la primavera, siguiendo el currículo de la escuela. En unas clases veían un vídeo y en otros lo hacían de manera convencional, con láminas. Aplicaron estos dos sistemas diferentes veces y luego compararon los resultados con preguntas a los niños y niñas de las dos clases. «Con los resultados vimos que la clase que había visto el vídeo había aprendido un 50% más de contenidos que los que habían hecho la clase convencional», explica Raquel Meseguer. Luego hicieron evaluaciones previas y finales, y comprobaron que el soporte audiovisual mejoraba el aprendizaje en las aulas de P3.

Añaden que, aunque intuían que el factor pantalla «ayudaría al aprendizaje», la primera sorpresa fue la mejora del comportamiento. «Cuando pusimos el vídeo, los niños y niñas estaban mucho más atentos y el cambio de actitud fue total», explican. Con los resultados en mano, decidieron profesionalizar y comercializar el modelo de aprendizaje con vídeos en stop-motion. Se trata de una técnica de animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una sucesión de imágenes fotografiadas y se construye, fotograma a fotograma, manipulando el objeto entre las tomas de las imágenes.

Hicieron un plan de negocio del proyecto y participaron en el programa Yuzz -actualmente programa Explorer-, en el que quedaron en primer lugar de la provincia de Tarragona, lo que les permitió hacer un viaje a Silicon Valley, obtener una ayuda de 3.000 euros y un acompañamiento durante tres años.

De las escuelas a las empresas

Aunque empezaron enfocados en escuelas, el primer encargo que recibieron fue el de una empresa. La multinacional del sector químico BASF les planteó un producto para poder explicar de manera breve en las escuelas qué se hace en la empresa. También han colaborado con el Nàstic Genuine con un vídeo para captar voluntarios, con emprendedores, con influencers de Instagram y con diferentes escuelas, como el Sant Pau, la Salle, la Jigsaw British School l’Aura entre, otros. Aparte del stop-motion, impulsaron otra línea (DDay), en la que crean vídeos de relato de marca en la que que cuentan una historia. También ofrecen experimentos en los que los niños crean sus propios personajes y después hacen los vídeos tanto dentro del aula como en actividades extraescolares.

Para las escuelas proponen dos tipos de productos: los que siguen el currículo y pueden vender a diferentes colegios o los personalizados y hechos a medida, que se hacen en demanda y cada escuela gestiona y aplica en sus aulas. Sobre todo se dirigen a un público que va de los 3 a los 12 años.

Este proyecto ha sido reconocido como una empresa emergente (start-up) ligada a la Universidad y ha recibido el asesoramiento y acompañamiento del Centro de Transferencia de Tecnología e Innovación (CTTi) de la Fundación URV. El reconocimiento como start-up de la URV se otorga a empresas con modelos de negocio innovadores de ex-alumnos de la Universidad.

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