01/10/2020 Opinión

Marta Farrero Muñoz, directora del Patronato de Turismo de la Diputación de Tarragona

La gestión de las marcas del Patronato de Turismo de la Diputación de Tarragona: Costa Daurada i Terres de l’Ebre en tiempos de COVID-19

El turismo es una fuente de rentas y ocupación, no solamente en regiones con pocas alternativas económicas, sino que también ha sido un factor de diversificación en regiones ricas. El turismo urbano ha permitido, a menudo, regenerar y activar barrios históricos degradados, así como compensar crisis surgidas de actividades en declive, agrarias, industriales o de servicios tradicionales.

Ahora bien, nos encontramos inmersos en una crisis que afecta directamente al turismo. Ninguna otra actividad económica se ha visto tan afectada como el turismo, necesariamente vinculado al tránsito internacional y a las relaciones humanas. ¿Cómo gestionamos desde nuestra realidad esta situación?

Hay que tener presente que, hoy por hoy, no podemos prever cuándo y cómo terminará esta pandemia. El impacto sobre la actividad turística dependerá, en buena parte, de la duración y consecuencias de la crisis sanitaria; la restricción de la movilidad de las personas entre destinaciones, que puede ser diferente según las distintas destinaciones; el impacto económico y los cambios en el comportamiento de los turistas.

Durante este ejercicio turístico las destinaciones se han tenido que adaptar a la regulación de aforo de las playas e instalaciones turísticas, a la modificación de los servicios en los alojamientos en lo relativo a entradas y salidas, a protocolos adaptados en los servicios de restauración; al uso de piscinas, o a la limpieza y desinfección constante de los espacios comunes. El sector turístico ha tenido que afrontar nuevas y complicadas circunstancias inimaginables estos últimos meses como el cierre de fronteras, el cese de actividad en los aeropuertos, y los cambios en la movilidad —en los que se antepone el uso del vehículo privado por delante del público y de uso compartido—.

Como destinaciones turísticas, la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre han aprovechado el proyecto europeo PECT TurisTIC en familia para reformular aquello que estaban trabajando y prepararse y afrontar nuevos escenarios y contingencias que no estaban previstas. Se han detectado cambios de tendencias en los turistas y en la población en general que no sabemos si persistirán a lo largo del tiempo, pero que hay que tener presentes a la hora de diseñar los productos turísticos.

Hoy en día, la población es más consciente del impacto que su actividad produce sobre el medio ambiente, también en relación con el turismo. Los viajes para descubrir el entorno natural de proximidad adquieren una nueva dirección al ser percibidos de manera más positiva y sostenible. En el imaginario colectivo surge la necesidad de revivir unas vacaciones como “las de la infancia”, como las de antes, un querer recuperar el confort y la seguridad que la irrupción de la pandemia ha convertido en elementos prioritarios para la ciudadanía, también en el momento de plantearse de nuevo el tiempo libre y el de descanso fuera de casa.

Estas nuevas prioridades quedan reflejadas en aquello que determina la toma de decisiones a la hora de hacer vacaciones. Las playas, por poner un ejemplo, no han perdido el interés de los visitantes. Sin embargo, estos valoran ahora mucho más algunos aspectos como el acceso, la vigilancia, el control de aforo, la distancia de seguridad… Todos ellos son elementos que en otro momento podían ser secundarios, pero que ahora se vuelven decisivos en el momento de planificar y diseñar las vacaciones.

Además, el componente tecnológico ha venido para quedarse. La tecnología y los dispositivos electrónicos han sido un instrumento clave para superar las dificultades impuestas por la pandemia como la necesidad de mantener la distancia social durante el desempeño de la actividad turística. Aquello que tiempo atrás era una opción que contaba con una acogida desigual entre la población, ahora es una herramienta destacada para hacer viable una experiencia segura y completa para los turistas: los códigos QR, que hasta ahora no habían tenido éxito, ahora resurgen como una alternativa segura para sustituir a las cartas físicas de los restaurantes; los visitantes tienen acceso a audioguías desde los teléfonos móviles personales durante una visita cultural; se realiza un check-in en línea en los hoteles; y se ofrece información actualizada gracias a las distintas aplicaciones. Sin olvidar los pagos con el móvil, los sensores que encienden y apagan luces en espacios comunes, los controles de temperatura, entre otros, son solo algunos ejemplos de cómo la tecnología ha adoptado un papel importante —a menudo clave— en la relación entre los clientes y los diferentes servicios turísticos.

La conectividad a internet es otro factor esencial en este nuevo panorama en el que la actividad presencial se ve condicionada en función de la evolución de la crisis sanitaria. El teletrabajo y, en consecuencia, disponer de una buena conexión a internet que permita trabajar o hacer clases sin interrupciones, podrá comportar que la población no solamente se desplace durante los períodos de vacaciones, sino también en otros momentos del año. Esta nueva modalidad de trabajo, en la que no se requiere presencia física en la oficina, facilita la posibilidad de acercarnos a un entorno natural y adoptar un ritmo de vida más tranquilo sin dejar de cumplir con las respectivas obligaciones.

Todo en conjunto ha llevado a repensar nuestros proyectos. Dentro de una de las operaciones del PECT TurisTIC en familia, concretamente dentro de la operación Playa Innovadora, estamos probando diferentes sensores y cámaras en distintas playas de la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre que nos permiten atender estas nuevas necesidades de los turistas y de la población local, a la vez que recogemos información para gestionar mejor las playas y poderlas respetar como los espacios naturales que son. Además, estamos trabajando para crear productos y servicios en las playas que tengan un uso más allá de la temporada de verano, ya que pensamos que estos nuevos usos se pueden dar durante todo el año.

También trabajamos en la digitalización del producto enoturístico de nuestro territorio, que engloba prácticamente todas las zonas interiores de la demarcación. Mejorar la presencia en línea de nuestra oferta supone un reto que puede generar muchas experiencias diferentes y auténticas, como el hecho de que nosotros y nuestras familias estén en contacto directo con la naturaleza.

Por lo que respecta al patrimonio cultural, lo estamos repensando, aunque se ha trabajado muchos años para convencer al público cultural de que venga a nuestros equipamientos e interactúe durante su visita, también de manera táctil. Ahora afrontamos el reto de reorientar este aspecto y conseguir alcanzar una experiencia completa, interactiva y enriquecedora para los visitantes, que cumpla, al mismo tiempo, con los protocolos de seguridad e higiene que las actuales circunstancias requieren.

En cuanto al ámbito de uso de la tecnología, en combinación con el análisis de datos aplicado al turismo, nuestra apuesta tiene una larga trayectoria y cuenta con nuevos retos y proyectos. Hasta ahora contábamos con una plataforma de gestión turística de las destinaciones que obtiene información precisa y actualizada sobre la actividad, así como sobre la caracterización de la demanda. En la actualidad, trabajamos con Eurecat, el Centro Tecnológico de Cataluña, en el desarrollo de una nueva plataforma tecnológica que recogerá más datos sobre los recursos y equipamientos turísticos, sus usos y la respuesta de los visitantes en referencia a estos. Contar con nuevas fuentes de información, en las que la tecnología es fundamental, nos ayudará, no solamente a gestionar de manera sostenible estos espacios, sino también a tomar mejores decisiones por lo que respecta a la gestión de la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre como destinaciones turísticas.

Actualmente tenemos la oportunidad de reorganizar y adaptar nuestros espacios turísticos para desarrollar una nueva forma de hacer turismo, sin olvidar nuestra esencia. Esta nueva forma debe ser más segura y con limitaciones de aforo, que seguramente se acercará más a los requisitos de protección medioambientales. No dejaremos pasar esta oportunidad y, como siempre, abordaremos nuevos retos de la mano de nuestros empresarios, pero también de la población local, de nuestros visitantes, de la Universidad y los centros de investigación.

El turismo es una industria en cambio constante que depende de las colaboraciones para alcanzar el éxito. Es una actividad para las personas, que tiene como objetivo velar por su bienestar.

Una actividad así está llamada a superar las dificultades, adaptarse y mejorar aquello que aporta, pero nunca a desaparecer.

BIBLIOGRAFÍA:

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