La URV impulsa la docencia interdisciplinaria con proyectos que ponen en contacto estudiantes con otros ámbitos del conocimiento para enriquecerse y prepararse mejor para el mundo laboral
Un dron se eleva sobre un amplio grupo de estudiantes que escuchan las indicaciones de dos profesoras. La imagen aérea que capta el aparato permite ver como los estudiantes se distribuyen por grupos en un amplio espacio exterior, en que se delimitan diferentes parcelas. Se trata de una clase práctica que tiene lugar en las instalaciones de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la URV, pero no solo está dirigida a chicos y chicas de estos estudios, sino que, intercambiando ideas y conocimientos con ellos, también hay estudiantes del doble grado de Educación Infantil y Primaria. Es el taller Espacios de aprendizaje, que tiene por objetivo diseñar espacios educativos con la interacción del estudiantado de los dos ámbitos.
Uno de los grandes retos actuales de la URV, en un mundo cada vez más complejo e interconectado, es profundizar en la interdisciplinariedad a todos los niveles. También en la docencia, en que el contacto y la colaboración entre diferentes estudios multiplica los conocimientos y las competencias del estudiantado, mucho más preparado para afrontar un mundo laboral en que las relaciones entre ámbitos diferentes son el pan de cada día, una realidad que no siempre se ha reflejado en la educación tradicional.

En la URV, este reto se recoge en el Plan estratégico de docencia, que asume la necesidad que la Universidad gane dinamismo ante los cambios y las nuevas exigencias de la sociedad y lo afronte generando experiencias colaborativas en toda la comunidad, especialmente alrededor de la interdisciplinariedad.
Uno de los retos de la URV, en un mundo complejo e interconectado, es profundizar en la interdisciplinariedad a todos los niveles
En el caso del proyecto de los espacios educativos, “los estudiantes de educación hacen una propuesta de cómo creen que tendría que ser el centro y los de arquitectura les ayudan a diseñar el continente y el contenido en función de la finalidad educativa y de las posibilidades técnicas”, explica Mercè Gisbert, catedràtica de Pedagogía. Es una práctica que ya hace algunos años que se lleva a cabo, pero hasta hace poco la parte de arquitectura no tenía mucho peso: “Ahora hemos encontrado la fórmula, con el contacto directo, la colaboración estrecha entre el estudiantado de los dos ámbitos.” Concretamente, son alumnos de segundo curso del doble grado de Educación Primaria e infantil, y de primero y tercero (en función de la práctica concreta) del grado de Arquitectura. Elaboran las maquetas con materiales próximos (barro, cartón…) y construyen la representación digital a través de la inteligencia artificial.
“El diálogo y la integración y la construcción conjunta de conocimientos son muy necesarios en este proceso educativo”, apunta Mariona Genís, profesora de Arquitectura, según la cual a sus estudiantes les va muy bien contar con un contexto real que incluya “un interlocutor que les pueda dar feedback, que les diga el que tienen que tener en cuenta en el proceso de diseño”.
Los estudiantes salen de la zona de confort y tienen que hacerse entender fuera del ámbito habitual
Hacer que los estudiantes salgan de la zona de confort y que se tengan que explicar con un lenguaje entendedor fuera del ámbito habitual, como un auténtico ensayo de lo que se encontrarán en el mundo laboral, son ventajas de la docencia interdisciplinaria, tal y como aseguran las dos profesoras y corroboran los estudiantes que participan en el proyecto. Felip Riera, de Arquitectura, explica que enseguida se dieron cuenta que los de Educación no les seguían en algunas explicaciones, y tuvieron que hacer el esfuerzo de simplificar el mensaje y ser menos técnicos. “Y esto está bien -admite Riera- porque como arquitectos es importante dar una imagen profesional y experta, pero todavía lo es más que el cliente te entienda y mantengas una buena comunicación.”
Según otra estudiante de Arquitectura, Cristina Karman, es especialmente enriquecedor juntar dos mentalidades diferentes: “Nosotros pensamos en el edificio y el espacio, y ellos en cómo se desarrolla la actividad y en las necesidades de los niños.” Mariona Griñó y Martina Fons, estudiantes del doble grado de Educación, destacan que la práctica con la ayuda de futuros arquitectos complementa la teoría y, en el caso concreto de esta práctica, les hace entender la importancia de la distribución del espacio para mejorar el aprendizaje. “Tienen que aprender a escucharse, a entenderse y a trabajar conjuntamente sin haber tenido ningún contacto anteriormente, y esto es riquísimo desde el punto de vista de la construcción del conocimiento”, resume Mercè Gisbert.
Historiadores en el laboratorio
Otro ejemplo de proyecto que pone estudiantes en contacto con otro ámbito de conocimiento es La química de la tinta: Un proyecto interdisciplinario para la elaboración de tinta histórica, que forma parte de una de las iniciativas subvencionadas por el programa Buenas Prácticas de Innovación Docente que otorga el Instituto de Ciencias de la Educación de la URV, una línea de apoyo a las propuestas educativas que fomentan la creatividad y la innovación en el aula, uno de los caballos de batalla del ICE. “La integración de varias disciplinas enriquece el aprendizaje y la preparación de los estudiantes para los retos profesionales del futuro”, afirma Patricia Terrado, que imparte la práctica. Ella es profesora de Historia y se llevó sus estudiantes de segundo, de la asignatura de Archivística, a la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Química.
En el laboratorio, con la colaboración de un técnico de URV Divulga y equipados con batas y gafas protectoras, los futuros historiadores elaboraron, a partir de recetas históricas encontradas en varios archivos, la tinta con la cual se escribían antiguamente los manuscritos. “Primero transcribieron las recetas y convirtieron las medidas a las unidades actuales para adaptarlas al procedimiento científicos que siguieron para obtener la tinta. Este proyecto les ha permitido integrar conocimientos históricos y científicos en un contexto práctico, todo ello básico para ellos y su formación”, explica Terrado.

Uno de los estudiantes que participó es Arnau Casadó. Además de descubrir instalaciones de la URV que desconocía y que encontró “muy completas”, a Casadó le ha enriquecido especialmente el hecho de entrar en contacto con un ámbito alejado y muy práctico: “Para los historiadores, tan válido es tener en cuenta, por ejemplo, la visión política como la vertiente química, puesto que todos los ámbitos del conocimiento aportan contexto y una visión de las circunstancias de cada época.” En este sentido, a su compañero Abel Vico le gustó la dimensión práctica del proyecto, que les permite entender mejor las explicaciones teóricas, y le sorprendieron “los puntos de unión entre dos ámbitos aparentemente opuestos”. A María Vidalina Ramos, otra estudiante, la práctica le ha servido para reivindicar la vinculación de la historia con la investigación y comprobar como de cómodos se sintieron en un laboratorio. “Parecíamos científicos auténticos”, afirma.
Fijando la metodología
Retos de género en las organizaciones, del grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos es el nombre de la asignatura interdisciplinaria que se coordina desde tres departamentos diferentes: Derecho Público, Economía y Gestión de Empresas. A partir de una necesidad o demanda social abordable desde perspectivas diversas (laboral, económica, sociológica, mercantil, administrativa, psicológica…), el estudiantado analiza la problemática y propone una respuesta o solución legalmente aplicable. “Para hacerlo, tienen que utilizar las herramientas y las técnicas de todos los ámbitos implicados en el tema, en este caso la igualdad de género, tal y como harían en la vida real, en que se tiene que abordar desde diferentes perspectivas”, explica Catalina Jordi, una de las profesoras.
Es el llamado aprendizaje basado en retos (ABR), una metodología de enseñanza en que el alumnado, mediante un proceso colaborativo y partiendo de un tema genérico, tiene que identificar una demanda social, analizarla y aportar una solución viable que pueda beneficiar la sociedad en general o determinados colectivos. Durante la realización de la práctica, explica Catalina Jordi, los chicos y chicas se dividen en grupos reducidos para favorecer el trabajo colaborativo, la interacción y la reflexión. “En definitiva, se pretende fomentar la interdisciplinariedad en la docencia, combinar el trabajo de investigación con un proceso de creación conectado a situaciones reales que no son simples ni fáciles de encajar en ámbitos concretos y favorecer la formación comprensiva y global”, concluye Jordi.
Esta asignatura es una de las iniciativas que cuentan con el aval de la Red de Interdisciplinariedad en la Docencia, grupo de trabajo impulsado por el Instituto de Ciencias de la Educación en el contexto del Plan estratégico de docencia de la URV. Punto de encuentros, debates y propuestas, esta red tiene como objetivos favorecer la aplicación de la interdisciplinariedad en varios niveles y contextos, como los trabajos de fin de grado y de máster; promover el intercambio de experiencias y proyectos; facilitar la formación metodológica: proporcionar herramientas y recursos para mejorar las prácticas docentes, y elaborar materiales y recursos didácticos que puedan ser compartidos por varias áreas.
Un aprendizaje más significativo
“Esta metodología refleja la realidad laboral, en que los equipos de trabajo los integran perfiles profesionales diferentes”. Judith Balanyà, coordinadora de la Red de Interdisciplinariedad en la Docencia
En este sentido, están preparando una guía con recomendaciones prácticas para el profesorado y se incentiva que varios profesores y estudiantes trabajen conjuntamente en trabajos de final de grado (TFG) interdisciplinarios. Este enfoque permite a los estudiantes de varias disciplinas colaborar en la resolución de problemas reales, “como suele pasar fuera del mundo académico”, destaca María Dolores Jiménez, co-coordinadora de la Red con Judith Balanyà. Así, dos o más estudiantes de grados diferentes tienen que trabajar conjuntamente en un TFG que responde a un reto social, aportando los conocimientos de cada disciplina para un resultado integrado. Es el caso del TFG titulado “Promoción de la higiene del sueño en niños: un proyecto educativo interdisciplinario para familias, maestras y alumnas”, que comparten cuatro alumnos, dos de Enfermería y dos de Educación, y una profesora de cada ámbito, Rosa Raventós y la misma Judith Balanyà respectivamente. Precisamente, de la experiencia de este TFG saldrá buena parte del contenido de la guía metodológica que se está preparando.

Maria Dolores Jiménez explica que el reto es “convencer los futuros profesionales, que son los estudiantes de ahora, de la necesidad de afrontar los grandes retos de la sociedad desde puntos de vista diferentes”. De aquí la importancia de formarlos en la integración de diferentes disciplinas a la hora de desarrollar soluciones. “Queremos que haya más contactos de colaboración entre profesorado de diferentes ámbitos, pero también es necesario que esta colaboración se haga bien y se cumplan unos mínimos de calidad”, puntualiza Judith Balanyà, según la cual esta manera de enseñar y aprender “hace que la experiencia sea más significativa para el estudiantado y, además, refleja la realidad laboral, en que los equipos de trabajo los integran personas de perfiles profesionales diferentes”. En definitiva, tal y como apunta Toni Pérez Portabella, director del Instituto de Ciencias de la Educación, “el trabajo colectivo enfocado a resolver retos educativos crea comunidad y da buenos frutos.”