Reportaje

Investigación con impacto directo

El programa de Doctorados Industriales de la URV ofrece la oportunidad de desarrollar la tesis mientras se trabaja en una empresa, posibilitando que el estudiante adquiera la experiencia de un entorno laboral real y competencias muy valoradas y, a la vez, ayude a la competitividad del tejido empresarial y al progreso tecnológico y social del territorio

Ivan Hortigüela siempre ha buscado que sus trabajos académicos no se queden en el escritorio del ordenador y que tengan impacto social. Cuando hizo el trabajo de fin del grado de Derecho, en que estudió la responsabilidad civil derivada de los delitos ambientales, lo hizo en el marco del Programa Aprendizaje Servicio, y su proyecto revertía en una entidad sin ánimo de lucro, el Grupo de Defensa del Ter. El TFG le sirvió para comprobar que el derecho ambiental era el ámbito al cual quería continuar encaminando la trayectoria formativa para dedicarse profesionalmente a ello. Por eso hizo, también en la URV, el máster en Derecho Ambiental, durante el cual, de hecho, continuó aplicando la investigación del TFG, sobre todo en el marco de la asignatura Clínica Jurídica Ambiental, también con un elevado componente de transferencia social. Y, ahora que hace el doctorado, también busca, tal y como explica él mismo, “desarrollar conocimientos y herramientas mediante la actividad de investigación que sean beneficiosos para el tejido empresarial de Cataluña”.

El programa no se limita a las áreas tradicionalmente «industriales», como por ejemplo las ciencias y las ingenierías, sino que también comprende ámbitos como la salud, las ciencias sociales, las artes y las humanidades

Y es que Hortigüela desarrolla la tesis dentro del programa de Doctorados Industriales de la URV. Se trata de una estrategia de la Generalitat de Cataluña, a través de la AGAUR (Agencia de Gestión de Ayudas Universitarias de Investigación) y en colaboración con las universidades públicas y privadas, que tiene por objetivos contribuir a la competitividad e internacionalización de las empresas del país, retener talento y situar el estudiantado de doctorado en condiciones de desarrollar proyectos de I+D+i en una empresa. Es decir, la investigación que desarrollan durante la tesis la llevan a cabo mientras trabajan en una empresa, que amplía las líneas de negocio gracias a los adelantos obtenidos por el estudiante, el cual, a su vez, vive una época de aprendizaje intenso entre la experiencia de estar en un entorno de trabajo real y los cursos de formación que tiene que ir haciendo durante el doctorado.

Maria Marquès e Ivan Hortigüela, fotografiados en el campus Catalunya de la URV.

En el caso de Ivan, el objeto de estudio es el tráfico ilegal de residuos plásticos, en concreto el desarrollo de herramientas jurídicas que sirvan para prevenir la comisión de estas irregularidades. Y lo realiza mientras trabaja en la empresa Insta, una consultoría jurídica tarraconense especializada en derecho ambiental. De hecho, Hortigüela ya empezó a trabajar en Insta después de haber acabado el máster -su TFM ya trató la misma temática que la tesis- y la oportunidad de hacer el doctorado industrial le llegó una vez en la empresa, tal y como explica María Marqués, profesora del Departamento de Derecho Público y su directora de tesis. De hecho, también fue la responsable de su TFG y su TFM. “Él siempre había manifestado la voluntad de continuar formándose, a pesar de que ya estaba trabajando en una empresa. En el departamento tenemos muy presente el programa de Doctorados Industriales, para el cual nos hicieron un curso específico para promoverlo en el ámbito del derecho, y siempre buscamos oportunidades. Así, vimos que el caso de Ivan encajaba perfectamente y hablamos con el responsable de la empresa para explorar la posibilidad de sacar esta plaza de doctorado industrial. Y así lo hicimos.” Es, no obstante, una convocatoria pública por parte de la Generalitat, de forma que se puede presentar todo el mundo.

A pesar de que había más candidatos, Hortigüela ganó la plaza. Así, aunque continuaba en la misma empresa, ahora lo hacía centrándose exclusivamente en la investigación de su objeto de estudio. María Marqués recuerda que las empresas de sectores más tecnológicos tienen departamentos de investigación e innovación, lo cual no pasa en ámbitos como el derecho, en que la investigación, que de hecho no es considerada como tal por el sistema, es más informal y centrada en preparar casos determinados. “El programa de Doctorados Industriales permite a estas empresas dedicar tiempos y recursos a generar conocimiento de una manera mucho más profundizada para tener herramientas que después pueden aplicar”, afirma Marqués.

Treze años de doctorados industriales

La URV ya participó el 2012 en la prueba piloto de las ayudas de doctorado industrial por parte de la Generalitat. Desde entonces, 44 estudiantes han acabado el doctorado, 33 de los cuales defendiendo la tesis con éxito. Actualmente, son 37 los doctorandos y doctorandas, de todos los ámbitos del conocimiento, que están realizando el doctorado industrial en la URV con financiación activa de la AGAUR. También ha habido once fuera del programa de la Generalitat, puesto que estaban enmarcados en proyectos europeos.

De esto hace ya cinco años, porque Ivan Hortigüela ya ha llegado, por fin, a la recta final del proceso. Ya presentó la tesis doctoral y ahora solo le falta la defensa, que hará próximamente. “Ha sido largo porque es un tema complejo y van apareciendo muchas novedades, pero esto ha hecho que el producto final sea innovador y actualizado. Es muy satisfactorio ver que todo este esfuerzo llega a buen puerto”, afirma Hortigüela, que valora la oportunidad de hacer investigación que ha tenido, sobre todo por el hecho de conocer “el día a día de una consultoría jurídica donde se aplica el derecho ambiental y se pone al servicio de la ciudadanía y del medio ambiente”. María Marqués, que ha seguido muy de cerca gran parte de la trayectoria académica de Ivan, destaca la gran solidez intelectual que ha ganado durante todos estos años, la formación transversal que ha recibido durante el doctorado industrial, en que se imparten cursos, por ejemplo, sobre emprendimiento y desarrollo de proyectos, y, en definitiva, las herramientas de que dispone para afrontar el contexto empresarial. Pero para ella, y por tanto para el departamento y para la misma Universidad, también ha sido una experiencia enriquecedora, puesto que la supervisión de la tesis le ha representado “la oportunidad de ver cuáles son actualmente las cuestiones importantes en el derecho ambiental y como se afrontan”. Y, sobre todo, tal y como afirma, el impacto social no se ha ni de trabajar desde la Universidad porque es directo, inherente al doctorado industrial. “Desde el minuto cero el doctorando está dando respuestas a los retos reales”, afirma.

Dimensión práctica

El caso de Anna Mas es diferente al de Ivan. Ingeniera química por la UPC y especializada en procesos químicos, mientras buscaba trabajo vio una oferta que le llamó la atención. Greenova, una fundación que desarrolla proyectos para luchar contra el calentamiento global, convocaba una plaza para un proyecto concreto para crear un dispositivo para capturar dióxido de carbono del aire para purificarlo. Le motivó la dimensión práctica, la aplicabilidad concreta de la convocatoria, y se presentó. Después supo que, además, aquella plaza era en realidad una beca que iba ligada a un doctorado industrial de la URV. De hecho, no se había planteado nunca seriamente hacer un doctorado, pero se le presentaba la oportunidad perfecta para lanzarse. Superó el proceso de selección e inició una enriquecedora experiencia de cuatro años, a la cual puso punto y final en mayo después de defender la tesis con éxito.

Un proyecto de doctorado industrial com premio

Jonathan Pidgeon-Hancock està realizando el doctorado industrial con la Fundación Onada, que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad física o trastorno mental. Su objeto de estudio es el diseño de una prueba de inglés adaptada a los usuarios del centro, que concluya con el primer examen oficial para personas con necesidades educativas especiales, que hasta ahora no disponían de herramientas de evaluación lingüística. El proyecto, que está desarrollando mientras trabaja en la fundación y que tiene la colaboración de Mar Gutiérrez, su directora de tesis y profesora del Departamento de Estudios Ingleses y Alemanes de la URV (en la foto junto a Pidgeon-Hancock), y Yolanda Roure, responsable de la Fundación Onada, ha valido el premio de la categoría Impactful Research of the Year de los prestigiosos Triple E Awards.

“Lo mejor ha sido trabajar en un proyecto colaborativo, en que además de Greenova ha participado Eurecat, donde he trabajado físicamente, y el grupo de investigación MEMTEC (Materials Membrane and Encapsulation Technology), del cual he formado parte. Cada cual ha aportado su pericia: la URV los conocimientos, Eurecat la transferencia y Greenova la necesidad y la posibilidad de comercializar el resultado final del proyecto”, explica Anna, satisfecha por haber podido “aplicar los resultados de la investigación en situaciones reales” y haber podido ver como se trabaja todo el proceso desde diferentes ámbitos. Anna Mas, que ha tenido Ricard Garcia Valls como director de la tesis por parte de la URV, considera “un privilegio” haber podido hacer el doctorado trabajando en una empresa, con mejores condiciones laborales que la mayoría de doctorandos y con la motivación constante de la aplicabilidad de la investigación. Para la empresa, tener un trabajador como Anna, acabada de formar, con conocimientos actualizados y, además, totalmente centrada en un proyecto porque también tiene la motivación de la tesis, le es muy productivo. En este caso, la estancia de Anna en la empresa se ha completado con la patente del instrumento desarrollado, con la idea de acabarlo de ultimar para comercializarlo. Cuando llegue el momento, es probable que vuelvan a contactarla, pero de momento se centra en buscar otro proyecto motivador, que no le tendría que ser difícil de encontrar gracias al currículum académico y profesional que ha engrosado en poco tiempo. Espera que las empresas apuesten por el conocimiento que los puede aportar un perfil como el suyo para continuar contribuyendo en un sector, el de la descarbonización, cada vez con más importancia en el entorno industrial y, por lo tanto, con más demanda.

Anna Mas, durante seu etapa como doctoranda industrial.

El que todavía tiene camino para recorrer en el proceso de la tesis doctoral es Eudald Tuxans. Como Ivan Hortigüela, ya trabajaba en la empresa cuando le propusieron iniciar el doctorado industrial. Ingeniero en Sistemas Biológicos y máster en Ingeniería Ambiental por la UPC, entró a trabajar el mayo de 2023 como ingeniero de I+D al departamento de innovación, sobre todo desarrollando las instalaciones piloto de lo que previamente se ha trabajado y validado en el laboratorio. Estaba centrado, sobre todo, en dos proyectos con la colaboración del grupo de investigación AMIC (Aplicaciones Medioambientales e industriales de la Catálisis) de la URV: el VAL2H2, que tiene el objetivo de desarrollar tecnologías para convertir residuos orgánicos, sobre todo restos de poda, en bioetanol e hidrógeno, y el Despoliplast, en que las tecnologías a desarrollar tienen que producir combustibles aditivos a partir de residuos plásticos, a los cuales se los da una segunda vida. “No tenía en mente hacer un doctorado, tampoco industrial, pero entre las tres partes, la empresa, la Universidad y yo mismo, vimos que las piezas encajaban y que se podía aprovechar la oportunidad que brinda este tipo de programa”, explica Eudald. Así, después de crearse la plaza por parte de la Generalitat y ganarla, pasó a trabajar como doctorando industrial, haciendo el mismo trabajo y complementándola con los cursos propios del doctorado: “Al final, el trabajo que hago ahora no cambia mucho respeto la que hacía antes. Eso sí, estoy plenamente centrado en estos dos proyectos, que son en los que baso el objeto de mi estudio, y hago formaciones sobre gestión de proyectos, emprendimiento, patentes… que me irán muy bien por mi futuro profesional.”

Eudald Tuxans muestra el espacio de les pruebas piloto de los proyectoss, con el director de la tesi, Francesc Medina, a la derecha.

Francesc Medina, investigador del grupo AMIC de la URV, dirige la tesis y Teresa de la Torre, responsable de I+D en el departamento de Innovación, es su supervisora dentro de Sorigué. Todos los doctorandos industriales tienen un director de tesis y un tutor en la empresa, que hacen un seguimiento del trabajo e informes de los adelantos en la investigación. Teresa de la Torre explica que Sorigué, y ella misma en una empresa anterior, ya han tenido en otras ocasiones doctorandos industriales. “Es muy beneficioso porque tenemos un trabajador con un compromiso muy grande con el trabajo y que, además, se va formando mientras trabaja, de forma que su puesto de trabajo gana valía”, explica De la Torre. De momento, a Eudald todavía le quedan un par de años más -la financiación de la beca es hasta el 2027- y es consciente que pronto tendrá que empezar a traducir su investigación a negro sobre blanco. De momento, está muy contento con cómo está compaginando trabajo y formación, puesto que esta dualidad está incrementando su crecimiento profesional.

Un modelo de éxito

Estos casos son la demostración que el programa de Doctorados Industriales es “un modelo de éxito sólido y útil tanto para las universidades como para el tejido empresarial y social del territorio”, tal y como lo define María Ángel Lanuza, directora de la Escuela de Doctorado de la URV. “A lo largo de los años, el programa ha ido creciendo tanto en número de proyectos como en diversidad de sectores”, explica Lanuza, que recuerda que el programa no se limita a las áreas que se podrían considerar tradicionalmente industriales, como por ejemplo las ciencias y las ingenierías, sino que también comprende ámbitos como la salud, las ciencias sociales y las artes y humanidades, y destaca que las tesis doctorales industriales de la URV llegan en gran medida a las PYMES y, por lo tanto, no solo las grandes empresas son beneficiarias.

A pesar de la consolidación del programa, Lanuza asegura que se continúa trabajando para dar respuesta “a las nuevas necesidades de las empresas para el fortalecimiento económico y social a través de la innovación”. Según ella, los doctorados industriales representan perfectamente la transferencia de conocimiento y la innovación que están entre los principios básicos de la Universidad, sobre todo por su naturaleza colaborativa entre el mundo académico y el productivo. “Los doctorandos adquieren competencias muy valoradas en el mercado laboral, combinando la formación investigadora con la experiencia en entornos reales de empresas o de instituciones”, afirma. Y, por encima de todo, y tal y como coinciden todos los implicados, el programa tiene un impacto directo en la competitividad empresarial y en el desarrollo tecnológico y social del territorio.

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