28/05/2021
Un estudio analiza la toma de decisiones compartida en los programas de cribado
Mejorar las habilidades comunicativas de los profesionales sanitarios y aumentar el tiempo que pueden dedicar a los pacientes sería una condición para poder introducir la toma de decisiones compartida en los programas de cribado. Una actitud proactiva de pacientes y sanitarios facilitaría también su implementación
Mejorar las habilidades comunicativas de los profesionales sanitarios y aumentar el tiempo que pueden dedicar a los pacientes sería una condición para poder introducir la toma de decisiones compartida en los programas de cribado. Una actitud proactiva de pacientes y sanitarios facilitaría también su implementación
La toma de decisiones compartidas (TDC) en los escenarios genéricos de salud dista de su aplicación en los programas de cribado. En un caso es un paciente enfermo que debe decidir entre posibles tratamientos, mientras que en el otro se trata de un usuario sano que decide el modo de diagnosticar una posible enfermedad en un contexto preventivo.
La principal función de los programas de cribado es la detección precoz de enfermedades. Sin embargo, a pesar de sus innegables beneficios, también poseen efectos adversos: sobrediagnóstico y sobretratamiento, falsos positivos y falsos negativos. Los beneficios y efectos adversos generan a los usuarios un contexto de incertidumbre que puede disminuir, en parte, mediante la práctica de la toma de decisiones compartidas entre los sanitarios y los pacientes. En la toma de decisiones compartida se consideran los profesionales sanitarios expertos en la evidencia científica y los pacientes expertos en su vivencia, experiencia y creencias de su condición de salud. De este modo, su implementación mejora la participación de los pacientes en las decisiones de su cuidado y así mejora su satisfacción o utilidad.
Es por este motivo que las investigadoras del Departamento de Economía de la URV Misericordia Carles, María José Hernández, María José Pérez, junto con investigadoras de otras instituciones españolas, han publicado recientemente en la revista Patient Education and Couseling, desde la perspectiva de los profesionales sanitarios, aquellos elementos que facilitan y limitan (facilitadores y barreras) la aplicación de la toma de decisiones compartidas en los diferentes programas de cribado, a través de una revisión de la literatura científica.
Los resultados mostraron que los elementos que constituyen tanto las barreras como los facilitadores pueden tener su origen en tres agentes involucrados: el sistema sanitario, el paciente y el mismo profesional sanitario.
Las principales dificultades para la implementación
Respecto de las barreras, la falta de información de los efectos adversos del cribado es una limitante para el momento de tomar una decisión entre el profesional y paciente. Ante ello, la formación y entrenamiento en la comunicación del riesgo de los profesionales sanitarios sigue siendo un objetivo que conseguir con el fin de poder informar de los riesgos y beneficios del cribado a los pacientes, de forma equilibrada y sencilla.
Sin embargo, las barreras más mencionadas provienen del sistema sanitario y el limitado tiempo destinado a las visitas médicas es la más frecuente. La revisión demuestra que para aplicar la TDC se requeriría casi el doble del que se destina a una visita de seguimiento en atención primaria.
Además, los profesionales mostraron preocupación por las posibles denuncias por negligencia en el caso que de la decisión conjunta resultase no realizar el cribado, y posteriormente el paciente fuese diagnosticado de forma tardía. Sin embargo, la investigación demuestra que este miedo es infundado, ya que los pacientes que se adhieren a la toma de decisiones compartida, al sentirse más involucrados en la decisión, tienden a generar menos denuncias.
También se describen como barreras la falta de flexibilidad en los protocolos para adaptar los criterios del cribado al contexto de cada paciente. Ante esto, concluyen que la medicina basada en la evidencia se debe conjugar con una Toma de Decisiones Compartida, ya que se consideran las preferencias de los pacientes, los cuales se hacen corresponsables sobre su cuidado.
La actitud del sanitario y el paciente, los facilitadores
Por otro lado, entre los facilitadores, los profesionales sanitarios destacan la capacidad de poseer una actitud activa para involucrar al paciente. Si esta misma actitud se traslada al paciente, y éste está dispuesto a participar en las decisiones de su salud, también conforma un elemento facilitador para la aplicación.
Por último, los profesionales consideran como factor facilitador que los pacientes sean capaces y posean las habilidades para acceder, entender y utilizar información sanitaria ya que así son más conscientes de las implicaciones del proceso del cribado.
Las investigadoras del proyecto consideran que las herramientas de ayuda a la toma de decisiones -como los folletos y videos explicativos- permitirían acercar el modelo a los profesionales con el fin de ayudarles a comunicar de forma equilibrada beneficios y efectos adversos, y a los pacientes les facilitaría la comprensión de los conceptos y resultados básicos de los programas de prevención para sustentar sus opciones.
Referencia bibliográfica: María José Hernández-Leal, María José Pérez-Lacasta, María Feijoo-Cid, Vanesa Ramos-García, Misericòrdia Carles-Lavila “Healthcare professionals’ behaviour regarding the implementation of shared decision-making in screening programmes: A systematic review,” Patient Education and Counseling, 2021, ISSN 0738-3991,https://doi.org/10.1016/j.pec.2021.01.032.