09/06/2020

Vivir la pandemia lejos de casa

Estudiantes internacionales que se han quedado en Tarragona y estudiantes de la URV que no han vuelto a casa hasta el final de su estancia en el extranjero explican cómo han vivido las semanas de cierre por la COVID-19

Aurora Munegato con sus compañeros de piso, también estudiantes Erasmus en la URV.

2020 será el año de la pandemia en la memoria colectiva. Cada persona lo recordará de manera diferente en función de los cambios que haya vivido y cómo los haya afrontado. Es el caso de muchos estudiantes que estaban, o todavía están, lejos de casa en una estancia de movilidad internacional. Las universidades e instituciones de acogida han jugado un papel importante para facilitarles las cosas y que la experiencia sea, a pesar de todo, positiva. De hecho, así lo han vivido algunos de los estudiantes de la URV que se encontraban fuera y estudiantes internacionales que han continuado sus estudios en la URV.

Aurora Munegato es una estudiante de Filología Hispánica de Milán, el epicentro de la pandemia en Italia, que este curso hace el Erasmus en Tarragona. Primero le tocó vivir desde la distancia lo que ocurría en su ciudad: «Estaba preocupada, siempre pendiente de las noticias», pero los compañeros de piso, estudiantes que también están de Erasmus en la URV, han sido la clave para ella. «Me hicieron entender que no lo podía controlar y he podido centrarme en seguir adelante». Cuando la epidemia llegó a España y se decretó el cierre, Aurora decidió quedarse, y otra vez las rutinas con los compañeros y el hecho de poder continuar las clases de manera virtual han hecho que pudiera vivir la situación mejor de lo que se imaginaba. «Hemos hecho muchísimas cosas: yoga, pilates, entrenamientos en casa, hemos aprendido a cocinar pan, pizza, platos típicos de otras culturas, incluso he aprendido algo de croata, hemos celebrado muchos cumpleaños, Pascua y, sobre todo, hemos estudiado mucho», enumera.

Ver que la preocupación era compartida ayudó a muchos estudiantes internacionales a transitar por la incertidumbre. Lo explica Montse Domènech, psicóloga y profesora del Departamento de Psicología de la URV que condujo el webinar «Bienestar emocional durante el confinamiento», organizado por el Centro Internacional de la URV para dar herramientas a los estudiantes. «Es importante reconocer y aceptar que puedes estar mal, pero que puedes encontrar estrategias para resolverlo, como intentar pensar objetivamente, tener una rutina diaria, hacer ejercicio y tener una dieta saludable e incluso hacer pequeños arreglos, como cambiar la tabla de estudio de sitio para que le de más el sol».

Estefanía Arias, estudiante de la Universidad Autónoma de Occidente, Cali (Colombia) ahora cursando Comunicación Audiovisual en la URV, reconoce que vivir lejos de casa en momentos como este es «muy complicado, más aún cuando se seguía extendiendo el estado de alarma y cerraron las fronteras de Colombia». Pero también hizo un frente común con las compañeras de piso. En este sentido, Domènech recomienda cuidar la convivencia «maximizando lo que es bueno, subrayando más explícitamente los éxitos o lo que está bien, y minimizando o pasando por alto lo que no nos gusta de los demás».

Oscar Gil, estudiante del tercer año de Administración y Dirección de Empresas, ha hecho una estancia en Cork Institute of Technology, Irlanda.

No todos los países impusieron las mismas restricciones, y éste fue uno de los motivos que llevaron a Oscar Gil, estudiante de ADE de la URV, a quedarse en Cork Institute of Technology, Irlanda, donde hacía el Erasmus. «Estaba permitido salir a hacer deporte y, como rutina, establecimos salir a caminar todos los días, y lo valorábamos mucho», explica. Él vivía en una residencia de estudiantes y la incertidumbre les hizo reducir las actividades y el contacto, pero lo mantuvo con el círculo más cercano. Está agradecido a la universidad de acogida por hacerles «la vida más sencilla», con gestos como la creación de una pequeña tienda dentro del campus para los estudiantes internacionales, donde podían proveerse de los productos necesarios un día a la semana por 10 euros al mes.

Como Oscar Gil, Sònia Adell, que está a punto de terminar el grado de Bioquímica y Biología Molecular, ya está en casa. Pero poder marchar de Suiza, donde se encontraba haciendo las prácticas y el Trabajo de Fin de Grado en uno de los laboratorios del Institute of Food, Nutrition and Health de la universidad Edigenössische Technische Hochsule de Zürich no fue tan fácil. Las diversas prórrogas del estado de alarma coincidieron con la finalización del contrato de prácticas, el del alojamiento y del límite legal para residir en Suiza sin visado, lo que hacía urgente volver. A pesar del cierre del espacio aéreo, a través del consulado español supo de la posibilidad de volver con un autobús que hacía parada en varias ciudades suizas. Y así lo hizo. Ya en casa ha tenido que finalizar el Trabajo de Fin de Grado con otro enfoque, porque con el cierre no pudo volver a acceder al laboratorio.

Sònia Adell, en el transporte público de Zurich.

Sin embargo, valora positivamente la experiencia. Por un lado, desde el punto de vista de preparación profesional, porque «con mi supervisor encontramos una manera de seguir con la investigación, utilizando herramientas bioinformáticas, de forma que adquirí experiencia en el laboratorio antes del confinamiento y experiencia en trabajo con simulación computacional». Y, por otro lado, desde el punto de vista personal, también. De hecho, aconseja a los estudiantes que se están planteando hacer una estancia de prácticas en el extranjero que «no tengan miedo a lanzarse porque aunque podría pasar cualquier cosa, como la situación con la que me he encontrado yo, podrán aprovechar la experiencia y sacar un aprendizaje «.

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