20/07/2017 Entrevista

Victòria Tur, diplomática. Ejerce de consejera en la embajada de España en Alemania, en Berlín.

«En mi profesión es fundamental respetar las diferencias, apreciarlas y tener una mentalidad abierta»

Aparte de la carrera de Derecho, ¿qué otra formación tiene?

Tengo el título profesional de violín. Estudié música en el Conservatorio de Vilaseca y en el Liceo de Barcelona. Cuando acabé la carrera hice un postgrado de Estudios Internacionales en la Universidad de Barcelona.

¿Por qué se decidió por esta carrera y no por otra?

Desde el inicio del bachillerato pensé que era mi carrera, en gran parte porque quería comprender la sociedad y sus reglas. Además, tiene muchas salidas profesionales, todas muy interesantes.

¿Por qué escogió la URV?

Mi hermana estudiaba Medicina en la URV y estaba muy contenta. De hecho, mi hermana se dedica a la investigación sobre la esclerosis múltiple a nivel más avanzado en Londres, y ella misma es un ejemplo más de la sólida formación que reciben en la URV. Además, la Facultad de Derecho está muy cerca de casa y me permitía compaginar derecho con los estudios musicales, así que ni me planteé estudiar en cualquier otro lugar.

¿Qué destacaría del paso por la facultad?

La seriedad del cuadro docente me gustó desde el principio. En la URV tienes catedráticos, con toda su experiencia y conocimientos, como profesores reales. En universidades más grandes, los titulares pueden tener mucho renombre, pero no necesariamente se dedican a impartir clases, así que no tienes ocasión de tratar con ellos. Asignaturas como Derecho Procesal o Derecho Internacional Privado me gustaron mucho por este motivo. Por otro lado, servicios como el de la biblioteca son muy buenos y los utilicé muchísimo.

¿Cómo llegó a la carrera diplomática?

El profesor Ramón Torres, de la asignatura Función Pública, me habló del CEI [Centro de Estudios Internacionales de Barcelona] por primera vez. Me enteré de que te preparaban para esas oposiciones en Barcelona, cosa que era una gran ventaja. Así, pude estudiar para las oposiciones, durante tres años, desde casa, en Tarragona.

Ha trabajado en las embajadas de España en Zimbabue y en Jamaica. ¿Cuándo y cómo llegó?

Después de aprobar las oposiciones en diciembre de 2006, hice el curso de preparación para la carrera diplomática en Madrid durante el 2007. Después fui durante dos años al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid. El primero en el gabinete del secretario general para la UE y el segundo en la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales. Finalmente, en 2009 concursé para salir al extranjero y en julio de aquel mismo año me incorporé en Harare, como segunda jefa de la embajada. Cuando acabé el destino a Zimbabue fui destinada a Jamaica, de 2012 a 2015. De julio del 2015 al verano del 2017 trabajé en Madrid, en la Subdirección General de relaciones con el África subsahariana donde, desde noviembre de 2015, fui subdirectora adjunta. Ahora vuelvo a estar en el extranjero, en la embajada de Berlín.

¿En qué consiste el trabajo y qué responsabilidad tiene?

En la embajada nos encargamos de las relaciones bilaterales entre España y Alemania. Yo me encargo de las cuestiones europeas. El trabajo es muy bonito y trabajo mucho. En este periodo tan interesante de la historia de la UE, os podéis imaginar la importancia que tiene la voz de Alemania para la construcción europea.

¿El ejercicio profesional de la carrera es tal como lo imaginaba cuándo estudiaba en la facultad?

La verdad es que mucho mejor de lo que me había imaginado. El trabajo es muy variado y cada día es completamente diferente al anterior. Te permite conocer una gran cantidad de temas, países, tendencias… cosa que hace esta profesión intensa y variada. A lo largo de estos diez años de carrera he tratado cuestiones jurídicas muy concretas, aspectos más protocolarios, asuntos políticos bilaterales, derechos humanos, la dimensión europea de la política exterior, el desarrollo de relaciones culturales, etc.

¿Del paso por la URV, qué le ha resultado más útil para el desarrollo de la carrera?

La URV me dio una formación muy técnica en determinadas cuestiones jurídicas que he usado, tanto cuando estudiaba para las oposiciones como durante la carrera. Por ejemplo, durante los años que pasé en Zimbabue, este país estaba inmerso en un proceso constituyente y tuve la ocasión de comentar cuestiones constitucionales con los mismos constituyentes zimbabuenses, cosa que fue un lujo. En cualquier caso, me fue posible hablar con ellos de tú a tú gracias a la excelente formación en Derecho Constitucional que recibí en la universidad. Me pasó lo mismo en cuestiones de Derecho Privado: herencias, matrimonios, etc., que he tratado a menudo.

¿Cuál fue el obstáculo principal que se encontró al acabar la carrera? ¿Algún consejo para los futuros abogados?

Sinceramente no puedo dar ningún consejo de abogacía porque nunca he ejercido como abogada. Pero sí que puedo dar algún consejo a los licenciados en Derecho que quieran aprobar estas oposiciones u otras. El principal sería que es imprescindible tenerlo muy claro, porque el camino puede ser muy duro y las tentaciones de dejarlo frecuentes… En el caso de mis oposiciones, un consejo importante es que el estudio de derecho se tiene que combinar con el de idiomas, porque hacen falta por lo menos dos idiomas en un nivel alto, y uno es el inglés. Sin eso es imposible aprobarlas.

¿Crees que hay algún secreto para conseguir el éxito profesional en su campo?

Yo diría que es fundamental respetar las diferencias, apreciarlas, y tener una mentalidad abierta. Por otro lado, pero muy relacionado con esto, creo que es importante mantener los pies en la tierra y ser humilde: en relación a los compañeros, los superiores, los que son diferentes y pueden pensar de manera diferente… En definitiva, no tienes que perder nunca las ganas de aprender y el respeto por lo que desconoces o te resulta ajeno.

¿Cómo afronta las diferencias culturales de los países donde ha vivido y trabajado?

Con todo el respeto y admiración. Yo diría, incluso, con la fascinación de conocer culturas, en mi caso las de Zimbabue y Jamaica, sobre las que pesan a menudo muchos estereotipos que no tienen absolutamente nada que ver con lo que realmente pasa en el país. Siempre he tenido especial interés por las lenguas, así que, además del inglés, el francés y el alemán, quise estudiar la lengua local más extendida de Zimbabue, el shona. Intentar hablar un idioma quiere decir intentar entender mejor el país, la comunidad que te acoge, y los zimbabuenses siempre agradecen cualquier esfuerzo en este sentido. En Alemania pasa igual: aunque te puedas comunicar en inglés, la gente agradece inmensamente que hagas el esfuerzo de aprender su lengua, es una muestra de respeto.

¿De qué manera ha mantenido la vinculación con la universidad una vez licenciada?

Yo soy tarraconense, así que intento venir a menudo; tengo amistad con gente de la facultad, aunque a veces resulta difícil mantener el contacto. Eso sí, me pongo a disposición de cualquier estudiante de la URV que esté interesado en llevar una vida como la que yo he escogido, como funcionario diplomático. Sería muy buena noticia que esta entrevista pueda despertar entre alumnos alguna vocación diplomática.

¿Se plantea volver a Cataluña?

Cataluña es mi tierra. Siempre volveré para ver a la familia y a los amigos. Otra cosa es volver a trabajar. Resulta difícil, porque para mi profesión, como funcionaria del Ministerio de Exteriores y de Cooperación en Barcelona hay muy pocas plazas. Así que es difícil, por no decir imposible. De momento me quedan unos años en Berlín: solo llevamos aquí unos meses y la idea es quedarnos cuatro o cinco años. Para mí todo es un cambio, porque todavía no había tenido experiencia en una embajada europea grande.

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