12/11/2025

Más edificios, más calor: cuantifican el efecto de la textura urbana en las islas de calor

Una investigación de la Universidad Rovira i Virgili estudia cómo la morfología de las ciudades contribuye a que sean más calientes que los entornos rurales próximos

1.153 personas murieron en 2024 en Catalunya por causas atribuibles al calor, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona. Y es que en los últimos años se ha observado como la crisis climática castiga especialmente la región mediterránea: fenómenos meteorológicos como la gota fría, sequías persistentes u olas de calor son cada vez más frecuentes y más intensos. «El calor mata, y muy especialmente en las ciudades, donde la temperatura media acostumbra a ser más alta», avisa Alexandre Fabregat, investigador del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universitat Rovira i Virgili (URV). No es que las condiciones climatológicas de las ciudades sean diferentes a las del resto del territorio, sino que son las propias urbes las que provocan este efecto que llaman «isla de calor urbana».

El efecto isla de calor urbana es, por definición, la diferencia entre la temperatura que se registra en un punto determinado de la ciudad y la temperatura que se registraría si la ciudad no existiera. Como esta última no se puede medir directamente, se utiliza como referencia la temperatura de zonas rurales cercanas. Pero, ¿por qué las ciudades son más calientes que el entorno rural? Fabregat explica que se debe a tres factores determinantes: en primer lugar, los materiales de construcción, como el hormigón o el asfalto, son muy eficientes a la hora de absorber y almacenar la radiación solar para luego liberarla durante la noche; en segundo lugar, la textura urbana modifica las corrientes de aire y su capacidad de disipar el calor acumulado; finalmente, las ciudades albergan elevadas concentraciones de fuentes de calor residual como aparatos de aire acondicionado o vehículos de combustión interna.

Parcial de la Figura 2 del artículo, publicado en el volúmen 62 de Urban Climate, que muestra el uso o la cobertura del terreno. 1: Superficies Artificiales; 2: Areas agrícolas; 3: Bosque y areas seminaturales; 4: Humedales y marismas; 5: Masas de agua.

Con el fin de cuantificar cómo estos factores contribuyen a agravar el fenómeno de la isla de calor urbana, investigadores del grupo ECoMMFiT de la URV han estudiado este efecto en 11 ciudades de la península ibérica. Para ello han trabajado con UrbClim, un modelo climático gestionado por la Unión Europea que les ha permitido simular los valores de temperatura en cada hectárea —un «píxel» de 100×100 metros— de la ciudad durante un año. «Son modelos muy precisos; demuestran ser muy fiables cuando los comparas con lecturas de estaciones meteorológicas reales», explica Fabregat.

Una vez obtenidos estos valores, los han comparado con la temperatura media de las zonas rurales próximas situadas a la misma altura, con el fin de estimar la intensidad de la isla de calor. Finalmente, para determinar el papel de la textura urbana en la temperatura, han incorporado al estudio datos sobre altura construida, fracción urbanizada del suelo, cubierta vegetal y densidad de población de cada «píxel» de la ciudad, provenientes de otro conjunto de datos europeo, denominado GHSL.

Ciudades de la muestra estudiada. Fuente: Urban Climate.
Calor, sobre todo de madrugada

El equipo investigador ha podido confirmar que el efecto isla de calor es relativamente ligero durante el día, pero más notable durante la madrugada, especialmente entre las tres y las cuatro. Según Fabregat, en algunos casos el incremento térmico puede llegar, de forma puntual, hasta los 7°C: «Desde el punto de vista de la salud y la calidad de vida, tiene un gran impacto en un momento muy importante del día, de descanso».

Los resultados del estudio han revelado un aumento en la temperatura media de 0,34°C por cada incremento de un 10% de la fracción urbanizada: más edificios, más calor. «Se podría argumentar que cuando los edificios proyectan sombra contribuyen a enfriar la ciudad; los datos, sin embargo, indican que la capacidad de almacenar calor de los materiales de construcción y la obstrucción de las corrientes de aire contrarrestan con creces la sombra que puedan producir», reflexiona el investigador.

Además, también queda demostrado que la altura de los edificios contribuye al fenómeno: por cada metro adicional de altura promedio construida han registrado un aumento de la temperatura media de 0,1°C.  También han identificado el efecto de la densidad de población, relacionada con la actividad antrópica y las fuentes de calor que se derivan, con un aumento de 0,08°C por cada 1000 habitantes adicionales por kilómetro cuadrado.

Pero no todo son malas noticias. Los resultados del estudio revelan también que las cubiertas vegetales ayudan a enfriar el ambiente. Más concretamente, la temperatura media baja 0,11°C por cada incremento del 10% de la superficie cubierta. No obstante, los investigadores de la URV se muestran prudentes: «Hemos detectado que la capacidad de enfriamiento de la cubierta vegetal es significativamente más limitada que en otros estudios», puntualizan. En este sentido, advierten que hay que seguir estudiando su papel dentro del ecosistema urbano y hasta qué punto pueden ser una herramienta útil para mitigar los efectos de la isla de calor.

Alexandre Fabregat, investigador del Departamento de Ingeniería Mecánica de la URV.
Una herramienta útil en planificación urbanística

Los modelos climáticos y conjuntos de datos que se han utilizado en esta investigación ponen al alcance de la comunidad científica información sobre un gran número de ciudades de todo el mundo. Esto abre la puerta a seguir estudiando este fenómeno en otros contextos climáticos y culturales, entornos donde la arquitectura, los materiales de construcción o el urbanismo es diferente a los de la península. Para Alexandre Fabregat, se trata, también, de «proporcionar herramientas que puedan ser útiles en procesos de planificación urbanística, que ayuden a las personas a tomar decisiones basadas en la evidencia».

Referencia: Josep A. Ferré, Anton Vernet, Alexandre Fabregat, Predicting the impact of the urban texture on the Urban Heat Island intensity using Machine Learning: The case for the Iberian Peninsula, Urban Climate, Volume 62, 2025, 102527, ISSN 2212-0955. https://doi.org/10.1016/j.uclim.2025.102527

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