16/05/2018

Siguiendo los pasos del wolframio

El investigador Joan Maria Thomàs ha analizado las luchas en torno al transporte y comercio de este material estratégico entre los países participantes en la Segunda Guerra Mundial. Es un estudio altamente innovador, ya que se ha planteado a escala mundial y para la totalidad cronológica de aquella contienda

Empleats de la Korea Tungsten Mining Corporation, a Sandong. FOTO: Younghyun.ju
Empleats de la Korea Tungsten Mining Corporation, a Sandong. FOTO: Younghyun.ju

El wolframio (o tungsteno) ha sido un material muy específico e indispensable en las guerras. Sin ir más lejos, el hecho de que disminuyera (no que faltara) conllevó una reducción de la capacidad combativa de la Alemania nazi y fue un elemento más que contribuyó a su derrota en la Segunda Guerra Mundial. El investigador ICREA Academia del Departamento de Historia e Historia del Arte y miembro del grupo de investigación ISOCAC Joan Maria Thomàs ha reseguido las luchas entre los aliados y el Eje para hacerse con las máximas cantidades posibles durante este periodo de la historia.

Se trata de un metal escaso que se encuentra en algunos minerales. Es un material muy cotizado que se convierte en un acero extremadamente duro mezclado con hierro y carbón. Una punta de wolframio en una granada antitanque le confería una enorme capacidad de penetración. Y si el blindaje de un tanque contenía wolframio era mucho más difícil de perforar. La extremada dureza y un punto de fusión muy alto comportaron la mejora de la efectividad de muchas herramientas, por ejemplo-y aún hoy en día-, los topos o los filamentos de lámparas. Durante la Segunda Guerra Mundial todos los países en conflicto en uso, pero para los alemanes se convirtió en un material indispensable, ya que no tenían sustitutos.

 

 

El wolframi és un material molt cotitzat que, barrejat amb ferro i carbó, es converteix en un acer extremadament dur.
El wolframi es un material muy cotizado que, mezclado con hierro y carbón, se convierte en un acero extremadamente duro.

El investigador, que ya ha publicado dos libros sobre las relaciones entre Estados Unidos y España durante la Segunda Guerra Mundial, demostró la existencia en 1944 de un grave conflicto entre el régimen de Franco y los aliados que calificó como la batalla del wolframio. Seis meses antes del desembarco de Normandía, España, que venía este mineral estratégico a los dos bandos y hacía un enorme negocio (del que se beneficiaban tanto los propietarios de las minas como el Estado), fue conminada por los aliados a dejar de hacerlo lo para provocar una disminución en la fabricación de determinadas armas y, por tanto, de la capacidad combativa alemana. De hecho, los aliados compraban -tanto en España como en Portugal- el wolframio simplemente porque los alemanes no adquieren todas las producciones, ya que ellos podían conseguir en otros lugares. Con su ultimátum pretendían forzar a Franco a cerrar el comercio bajo la amenaza de cortar en España todo el suministro de petróleo. El Caudillo se negó pero, tras resistirse cuatro meses, terminó cediendo. Durante ese periodo España no recibió ni una tonelada de productos petroleros estadounidenses -que eran los únicos a los que tenía acceso.

A raíz de esta investigación Thomàs se interrogó sobre los países de donde sacaban los alemanes el wolframio antes de obtenerlo de España y Portugal antes de 1941 -que es cuando empezaron a comprar en la Península Ibérica. Descubrió que lo hacían en China y hasta que atacaron la Unión Soviética en junio de 1941 lo transportaban desde allí a través del territorio ruso con el ferrocarril transiberiano. Por mar no podían hacerlo fácilmente por el bloqueo establecido desde 1939 por la Royal Navy británica. Sólo algunos barcos propios o submarinos japoneses especialmente adaptados para llevar wolframio como carga conseguían superar el bloqueo. Forzados a buscar otras fuentes de aprovisionamiento, las encontraron los dos países ibéricos. Asimismo, Thomàs amplió el foco de investigación hacia todos los contendientes de la Segunda Guerra Mundial y ratificó que todos utilizaban wolframio, aunque conseguirlo no fue igual para todos. Los Estados Unidos tenían en su territorio y también compraban en Argentina y en Bolivia. Pero, para que los japoneses no obtuvieran wolframio chino, compraban toda la producción de este país y la transportaban hacia la India en un puente aéreo que pasaba por encima del Himalaya. Una vez en la India el distribuían a soviéticos, británicos y también se quedaban para ellos mismos. Los japoneses, por su parte, la conseguían de su colonia de Corea y también de contrabando en China.

Joan Maria Thomàs es investigador ICREA Academia y profesor titular acreditado como catedrático de Historia Contemporánea en la URV.

Thomàs ha llevado a cabo esta investigación, inédita hasta ahora, investigando el aprovisionamiento de todos los países contendientes. Lo ha hecho en archivos de diferentes estados, con la dificultad que tuvo para hacerlo en China y Japón, donde recibió la ayuda de especialistas que le tradujeron documentación de archivo, tesis doctorales, artículos y libros. Encontró textos muy importes e inéditos en los archivos nacionales de Estados Unidos y los británicos. En estos últimos pudo trabajar con documentación nazi capturada a finales de la Segunda Guerra Mundial, aunque mucha otra ha desaparecido a raíz de las destrucciones ocasionadas durante la guerra en Alemania.

El principal efecto de las luchas para conseguir wolframio fue la disminución de las cantidades disponibles para los alemanes, que tuvieron que reducir su uso en granadas antitanque: de quince tipos con punta de wolframio a sólo dos, aunque haberse su acumulado un stock considerable antes del año 41. Después, a raíz de la interrupción de la llegada del mineral chino, dependieron exclusivamente de España y Portugal, pero nunca alcanzaron las cantidades anteriores. Esto fue el resultado de que los aliados gastaran auténticas fortunas para comprar wolframio ibérico y evitaron que Alemania obtuviera toda la producción. De hecho, desde el año 43 los aliados fueron capaces de adquirir más que sus enemigos en España y Portugal.

La escasez de wolframio entre el Eje, a pesar de ser incomparable con la falta de otros materiales estratégicos mucho más relevantes -como las gasolinas o el caucho-, que también sufrieron a partir de 1944, fue uno de los factores que contribuyeron a la disminución de su capacidad ofensiva y defensiva, como ha podido corroborar el historiador. La combinación de estas carencias, junto con la superioridad aérea aliada y la importancia del esfuerzo de guerra soviético comportaron finalmente la derrota nazi-fascista.

Referencia bibliográfica: Joan Maria Thomàs, “Tungsten in the Second World War: China, Japan, Germany, the Allies and Iberia”, Comillas Journal of International Relations | nº 10 | 065-090 [2017] [ISSN 2386-5776] 65. DOI: cir.i10.y2017.005

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