14/10/2025

Un equipo investigador de la URV y la UOC presenta recomendaciones para hacer los aeropuertos más inclusivos para personas autistas

La investigación ha analizado la experiencia de viaje de más de 300 personas con autismo para identificar los factores de estrés y las adaptaciones necesarias en el transporte aéreo

Foto: Rainer Prang (Pixabay).

Viajar en avión puede ser una experiencia altamente estresante para las personas autistas. Los aeropuertos a menudo resultan desbordantes: colas y acumulaciones de gente, prisas, imprevistos y retrasos, cambios de temperatura, olores intensos de perfumes al paso por el duty free, secamanos ruidosos en los lavabos y exceso de interacción con el personal en los controles de seguridad y pasaportes con poca experiencia de acompañamiento al colectivo autista. Estos son algunos de los factores que les hacen experimentar niveles de estrés elevados durante todas las fases del trayecto, desde la planificación en casa hasta la llegada al destino final. Y generan una sobrecarga sensorial y sostenida que puede agotar sus funciones ejecutivas durante horas o días.

Ésta es una de las conclusiones de un estudio pionero liderado por la Universidat Rovira i Virgili (URV) y la Universidat Oberta de Catalunya (UOC) que busca transformar el transporte aéreo en un sector verdaderamente inclusivo. El proyecto PATHS (Pathways to Stress-Free Air Travel for Autistic Passengers), financiado por la Convocatoria UOC Research Accelerator 2025, ha recogido las experiencias de más de 300 personas autistas adultas y familias de Cataluña para identificar los retos específicos que afrontan durante los desplazamientos aéreos y proponer soluciones prácticas.

Estrés acumulativo durante todo el proceso de viaje

Los resultados preliminares de la encuesta muestran que, a diferencia de la población general -donde el estrés suele disminuir tras superar el control de seguridad-, las personas autistas mantienen niveles altos de malestar de forma constante a lo largo de todo el trayecto. Los picos de estrés más elevados se concentran en la fase de preparación y durante el aterrizaje, pero el nivel de tensión permanece estable hasta la llegada, en un efecto de bola de nieve acumulativa.

Las personas autistas representan entre un 1 y un 3% de la población. Sin embargo, se enfrentan a un entorno que a menudo no es accesible por falta de conocimiento y formación de accesibilidad específica, explica Pere Suau-Sanchez, catedrático de gestión del transporte aéreo de la UOC y co-investigador principal del proyecto. «Es la primera investigación que considera el enfoque puerta a puerta -de la preparación del viaje hasta el destino final- en viajes de personas autistas. Además, consideramos varios perfiles de personas autistas -hombres, mujeres, niños y niñas-, cuando hasta ahora la mayoría de estudios se han centrado mayoritariamente en niños y familias».

El catedrático explica que la idea nació de un equipo multidisciplinar –que combina gestión, psicología y arquitectura– para apoyar al colectivo autista, aprovechando un aumento del interés del sector de la aviación a la hora de considerar las capacidades invisibles: “Queremos contribuir con una guía de referencia para gestores aeroportuarios y compañías aéreas”.

A nivel cualitativo, las familias y adultos autistas reportan un desgaste que comienza mucho antes de llegar al aeropuerto y que se extiende más allá de la finalización del viaje. Paula Morales-Hidalgo, profesora lectora del Departament de Psicologia de la URV y co-investigadora principal, subraya el enfoque ecológico del proyecto: «El autismo es una discapacidad psicosocial y a menudo invisibilizada. Esto hace que la persona autista tenga que hacer un esfuerzo constante para adaptarse a una sociedad pensada para la mayoría, en lugar de que sea el entorno quien se le ajuste, pedimos que ella cambie o adquiera nuevas habilidades, sino que evaluamos cómo el contexto se adapta a sus necesidades y cómo puede mejorar este ajuste para ser realmente inclusivo. Todo ello, para eliminar barreras, garantizar la igualdad de oportunidades y mejorar su bienestar”, afirma.

La investigadora del Departamento de Psicología de la URV Paula Morales ha coliderado el estudio.
Cuatro perfiles de viajeros autistas para personalizar los soportes

Una de las aportaciones más innovadoras de la investigación es la identificación de cuatro perfiles diferenciados de viajeros autistas mediante técnicas estadísticas avanzadas de análisis de clusters (agrupación por similitudes). Esta diversidad evidencia que no existe una solución única y refuerza la necesidad de soportes flexibles y adaptables.

Persona A: “Bajo presión durante todo el viaje”, el mayor grupo, formado por adultos autistas (54%) y personas cuidadoras (46%) con nivel educativo alto y viaje moderado. Muestra estrés constante durante todo el trayecto puerta a puerta. Sin embargo, muestran una preparación menos exhaustiva y hacen menos uso de las técnicas de autorregulación y asistencia disponible.

Personaje B: «Con mayor sobrecarga sensorial en el aeropuerto», el segundo grupo, mayoritariamente adultos autistas (59%) que viajan poco. La ansiedad se centra en la primera mitad del viaje (procesos de seguridad y entorno sensorial), pero experimentan alivio significativo una vez en la cabina. Son el grupo con mayor molestia sensorial en el aeropuerto y consideran que las acomodaciones como las salas tranquilas serían una mejora significativa.

Persona C: «Con mayor necesidad de información y planificación», un grupo pequeño de adultos autistas (88%) con viajes infrecuentes. Tensión extrema durante la planificación y preparación. Muestran dificultades sensoriales en la cabina del avión y en la llegada, pero al ser inexpertos muestran un cierto desconocimiento de los beneficios de las acomodaciones disponibles en los aeropuertos y aerolíneas, y entonces deben hacer mayor uso de las estrategias propias de autorregulación. Tienen menor incomodidad a la hora de tratar con el personal.

Persona D: “Experta con más retos en cabina y en la interacción”, el grupo más pequeño de viajeros instruidos y frecuentes, ligera mayoría de personas cuidadoras (56%). Al ser viajeros frecuentes sufren menos tensión en planificación. Sus rutinas, conocimiento y desarrollo de estrategias propias de autorregulación y asistencia de su entorno les generan menos necesidades de señalística accesible, tienen menos estrés del entorno sensorial porque saben protegerse, así como requieren de menos acomodaciones por parte del aeropuerto o la aerolínea. Sin embargo, son el grupo con mayor malestar en el ámbito de la interacción, cuando deben tratar con el personal, el control de seguridad y en la cabina del avión.

Propuestas concretas desde la experiencia vivida

Más allá de los datos cuantitativos, los grupos focales con personas autistas adultas y familias han permitido identificar necesidades transversales y propuestas de mejora concretas. Entre las más destacadas, está la formación del personal como eje central -no sólo sobre protocolos, sino sobre sensibilización profunda hacia las discapacidades invisibles-, el acceso a información accesible, anticipada y visual para reducir la incertidumbre, la mejora de la señalización y el wayfinding(orientación y navegación) con sistemas intuitivos, y la creación de espacios de calma y regulación sensorial distribuidos por la terminal.

Los participantes remarcan también la importancia de la flexibilidad y capacidad de adaptar las medidas a las necesidades de cada persona y situación. Poder elegir si embarcar al principio o al final, u optar por un distintivo discreto en la tarjeta de embarque en lugar de un collar visible, son formas de respetar la diversidad de necesidades individuales que contribuye a reducir significativamente la ansiedad.

Un proyecto cocreado con todos los actores implicados

La investigación se enmarca en el contexto de la normativa internacional y europea que defiende el derecho a la movilidad de las personas con discapacidad. En Cataluña, el nuevo Código de ’Accesibilidad (Decreto 209/2023) incorpora por primera vez de forma explícita la accesibilidad cognitiva como aspecto de especial relevancia, estableciendo medidas concretas como el uso de Lectura Fácil en la señalización y la formación del personal en la comunicación con personas con discapacidad cognitiva. Por otra parte, el 9 de octubre de 2025 el Congreso de Diputados ha dado luz verde a la Ley de Mobilidad Sostenible que incorpora el concepto de movilidad inclusiva y universal, y requiere la adaptación de los sistemas de movilidad a todas las personas con discapacidad.

El proyecto PATHS ha utilizado una metodología mixta que combina una encuesta online con alrededor de 300 respuestas, tres grupos focales y una reflexión celebrada el pasado 14 de octubre en Barcelona. La jornada “Viajes en avión y autismo: hacia un transporte aéreo inclusivo” reunió a personas autistas, familias, personal de la industria aérea —representantes de Aena y Vueling Airlines—, asociaciones como Espectre Autista-Asperger de Catalunya y Aprenem Autisme, y la comunidad académica.

En la jornada, el equipo investigador presentó los resultados preliminares del estudio y también se llevó a cabo un coloquio para dar voz a la experiencia de personas autistas y sus familiares. Durante la mesa redonda de cocreación, se debatieron soluciones prácticas para asegurar que las recomendaciones finales sean viables y consensuadas. Aena y Vueling, colaboradoras en el proyecto, han mostrado un interés y una implicación total por entender cuáles son los factores de estrés exactos y por recibir recomendaciones directas.

Próximos pasos: de la investigación a la implementación

Tras esta fase de recogida de datos y cocreación, el proyecto PATHS entra en su etapa final. El equipo investigador -del que también forma parte Raquel Colacios-Parra, investigadora en urbanismo de la UOC- finalizará el análisis exhaustivo de todos los datos recogidos, llevando a cabo análisis estadísticos avanzados para consolidar los perfiles de viajeros y las principales conclusiones.

Se creará un informe de recomendaciones para la industria -dirigido a aerolíneas, gestores aeroportuarios y otros actores del sector- con propuestas concretas clasificadas por su viabilidad de implementación. Entre las medidas más inmediatas destacan cambiar el mobiliario para crear zonas de descanso, sustituir los secadores de manos ruidosos por toallitas de papel, regular la intensidad de la luz y proporcionar información visual accesible.

Otras medidas a largo plazo incluyen mejoras en la señalización, el uso de iluminación natural y materiales no reflectantes, la formación continua del personal y la implementación de tecnología avanzada, como los nuevos escáneres que permiten inspeccionar el equipaje sin retirar líquidos ni dispositivos electrónicos.

Por último, los resultados serán recogidos en un artículo científico para su publicación en una revista especializada, contribuyendo así al conocimiento académico sobre autismo y transporte.

El objetivo final del proyecto PATHS es superar la idea de que la persona autista es la que debe adaptarse a un entorno normativo y caótico, y construir un transporte aéreo que reconozca y respete la diversidad de necesidades de todas y todos los pasajeros.

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