08/09/2017 Entrevista

Anton Valero, director general de Dow Chemical Ibérica y presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (FEIQUE)

«El cambio climático marca los sectores que crecerán más los próximos treinta años»

Anton Valero se licenció en Químicas por la UB en 1978: «No era la URV, pero para mí es como si lo fuera».

¿Cuál es la situación de la industria en España?

Está en una situación positiva, creciente en cuanto a ocupación. El Ministerio de Industria trabaja para un pacto de estado y para el desarrollo de estrategias por sectores, porque el cambio climático marca cuál de estos sectores tendrá más margen de crecimiento en los próximos veinte o treinta años. La industria genera dos millones y medio de lugares de trabajo directos y cinco millones y medio más de indirectos, la gran mayoría indefinidos y bien pagados, que suponen el 30% de la ocupación en España. Además, la relación entre la industria, la universidad y los centros de investigación contribuyen al desarrollo social y tecnológico de un país.

Reclama un impulso de la política que haga llegar la industria hasta el 20% del PIB. ¿Qué medidas hacen falta tomar desde el gobierno?

Tenemos una industria que, si descontamos la energía, representa un 14% del PIB, lejos del 20% del peso relativo a la industria que la Comisión Europea reclama para cada país. Por eso, conviene que haya una política activa de promoción de la industria, que establezca parámetros para dotarla de la competitividad equivalente a los demás países de la Unión Europea. Esto representa tocar diversos ámbitos de la competitividad industrial: el coste de la energía, las compensaciones por los efectos medioambientales, las infraestructuras, la formación y la legislación.

¿Qué sería lo más deseable en cada ámbito?

El coste de la energía en España es el más elevado de los países industrializados porque nos sobrepasamos implantando una tecnología primeriza como lo son las renovables, y esto tiene un coste de dieciocho mil millones de euros, que pagamos en la tarifa eléctrica. Las actividades más intensivas en energía tendrían que estar protegidas de estas actuaciones. También hay un trato diferente respecto a las compensaciones de los efectos medioambientales, que tendrían que ser equivalentes entre países puesto que no todo el mundo trabaja al mismo ritmo en la reducción de emisiones. Por ejemplo, Alemania tiene un fondo de compensaciones de doscientos  millones  de euros, mientras que el de España es de seis millones. Las infraestructuras en nuestro país son muy buenas, especialmente la red de carreteras, pero tenemos que apostar por el ferrocarril, sobre todo el corredor del Mediterráneo, porque llegará un momento en que se limitará el tránsito por carretera a causa de las emisiones de CO2. En lo que respecta a la formación, en Tarragona somos muy afortunados por la cultura industrial que hay,  y la URV no tiene nada que envidiar a las mejores universidades en el ámbito de la química y la ingeniería, igual que la formación profesional, que gracias a la formación dual es comparable a la alemana, por ejemplo. Por el contrario, la legislación europea se ha multiplicado por dos y medio en diez años; no quiere decir que no tenga que haber legislación, pero es muy cargante, cosa que te obliga a destinar a mucha gente a esta actividad.

¿Convergiremos hacia el nivel europeo?

Yo soy optimista. Si avanzamos hacia una política industrial atrevida, tenemos la gente, la tecnología y las plantas para competir en una situación equivalente a la de otros países. La humanidad seguirá creciendo, habrá más gente que se incorporará a las clases medias; el mercado, que es de tres trillones, crece globalmente el 4,5% cada año, según los datos que tenemos en FEIQUE. Es una barbaridad la cantidad de oportunidades que se generan cada año, y se aprovechará de ellas quien esté más bien posicionado desde el punto de vista tecnológico y de costes. Si sabemos desarrollar bien la tecnología, alineando la industria y los centros de investigación, soy positivo. Y en Tarragona las bases están.

¿En qué punto está la transferencia entre la universidad y el sector químico?

Fue uno de los motivos que me llevaron a ser presidente del Consejo Social de la URV. No es sencillo, porque históricamente las universidades y las empresas han trabajado aisladas. Pero la URV es una de las universidades más dinámicas en este aspecto, y la creación del CTQC y el ICIQ hace que paralelamente se cree una cultura. También se han establecido los doctorados industriales, que alinean las actividades de la empresa y las líneas de investigación. La transferencia es más necesaria en la pequeña y mediana empresa porque en nuestro país las pymes son demasiado pequeñas y les cuesta iniciar la actividad de investigación. En cambio, la universidad puede responder a esta necesidad, y los centros tecnológicos pueden tener un papel muy importante. Todavía está en un estado embrionario pero tenemos oportunidades porque nuestra gente es buena.

Durante su etapa como presidente del Consejo Social de la URV, ¿qué demandas captó que se le harían, en la universidad?

En aquel momento, trazamos un plan estratégico, una de las líneas básicas del plan era la promoción de transferencia de tecnología, e iniciamos contactos muy serios con organizaciones empresariales, no solo de ámbito químico, sino también del turístico, la alimentación… El potencial está y lo que hace falta es la voluntad por parte de los dos bandos para colaborar y encontrar un vocabulario común en innovación entre universidad y empresa, ya que a veces cuesta que la pyme se entienda con la universidad porque hablan desde realidades diferentes. Se tiene que poner ilusión y recursos.

¿Qué factores fueron decisivos para volver a hacer competitivo el site de Dow Chemical en Tarragona con la crisis?

Siempre se tiene que trabajar desde el punto de vista de la competitividad porque no estar ubicados en un lugar con materia prima barata te hace estar en una posición más débil. Hace falta renovar y aprovechar continuamente cualquier cambio dentro del mercado. De hecho, la industria en general se ha desarrollado los últimos años por motivos obvios: la caída del precio del petróleo ha sido fundamental porque cambia mucho la competitividad de la empresa. Por otro lado, la economía hace cinco años estaba parada, sin dinero para pagar nada, la crisis era muy fuerte. Como industria tenemos que renovarnos continuamente, encaminarnos hacia productos más sofisticados y de valor añadido.

¿Cuáles son las innovaciones de futuro en el sector químico?

Vamos hacia una sociedad de economía circular; por lo tanto, tenemos que diseñar productos que encajen con esta nueva manera de consumir. Tenemos que desarrollar materiales más ligeros, posibilitar la movilidad sostenible. Es estimulante porque está todo por hacer.

¿Qué consecuencias ha tenido la fusión de Dow Chemical y DuPont en términos de organización?

La fusión no obedece al objetivo de hacer un gran monstruo industrial sino de alinearse con el desarrollo que tendrá el mundo separándonos en tres compañías: una especializada en productos agrícolas, que posibilitará el desarrollo de la tecnología para que las producciones de los campos sean más abundantes; la segunda, Material Science, tiene que posibilitar el cambio hacia una economía menos basada en el carbono y producir, por ejemplo, aislantes para que las casas sean autónomas enérgicamente, además de dar respuesta a las necesidades de movilidad y a la calidad del agua. La tercera empresa es de materiales especializados en electrónica, seguridad y alimentación.

¿Cómo afecta la compañía en Tarragona?

La CE nos ha pedido que vendamos una de nuestras actividades y así lo hemos hecho. Eso no quiere decir que la actividad se pare, sino que continuará funcionando con otros propietarios, que, si la han comprado, es para hacerla crecer. Por lo tanto, es una oportunidad. La empresa de materiales será una empresa de una dimensión similar a la que es ahora Dow, que no tendrá la rama agrícola ni materiales especializados pero tendrá unas líneas de negocio que la harán más fuerte y científicamente más potente para seguir desarrollando los productos que se necesiten en cada momento.

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