20/11/2020
Joan Guix, exsecretario de Salud Pública: «Tenemos que asumir las responsabilidades políticas y personales de la gestión de la pandemia»
En la inauguración del curso de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, Guix explica que falló en la gestión de la primera ola de COVID-19, cuando él estaba al mando, hace autocrítica, pide la despolitización y más transparencia y alerta de repetir los errores de una desescalada precipitada para Navidad
En la inauguración del curso de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, Guix explica que falló en la gestión de la primera ola de COVID-19, cuando él estaba al mando, hace autocrítica, pide la despolitización y más transparencia y alerta de repetir los errores de una desescalada precipitada para Navidad
En el año marcado por el SARS-CoV-2, el virus que ha puesto en jaque al mundo entero, la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la URV invitó a Joan Guix, que era el secretario de Salud Pública de la Generalitat durante los primeros meses de la pandemia, a hacer este jueves 19 de noviembre la lección inaugural del centro. Toda una clase magistral para los futuros sanitarios, para la clase política y la sociedad en general sobre que lecciones haría falta extraer de la gestión de la primera ola para enderezar el rumbo de la gestión actual. La autocrítica estuvo presente durante todo el discurso, asumiendo que erraron en las previsiones iniciales, que «hubo prepotencia porque estábamos convencidos de que teníamos uno de los mejores sistemas sanitarios, pero no nos habíamos recuperado de los recortes ni nuestro sistema es tan fuerte», y que «hubieron fallos estructurales muy graves y tenemos que asumir las responsabilidades políticas y personales». Por eso, Guix hizo una llamada a no repetir errores, como por ejemplo la aceleración de la desescalada, y corregir los que aún perduran.
Así, el epidemiólogo considera fundamental la despolitización de la gestión de la crisis de salud pública, la coordinación y consenso de las administraciones, la existencia de un único portavoz con mensajes claros y no contradictorios sobre las medidas a tomar y la cuantificación de su impacto, la eliminación de la burocracia de la administración que ralentiza la puesta en marcha de soluciones y recursos, la incorporación de científicos del ámbito de la Psicología, la Antropología y la Sociología en la mesa de toma de decisiones para implementar con éxito las medidas conductuales, no improvisar y analizar los resultados de las medidas implementadas, un replanteamiento industrial del país para que no vuelva a haber un desabastecimiento, corregir el problema de recursos humanos en el sistema sanitario, y ser conscientes de que se han perdido derechos fundamentales por el camino para restaurarlos tan pronto como sea posible.
El inicio de un brote como tantos otros
Tensión, confusión, impotencia, improvisación y agotamiento total son las palabras que Guix utilizó para describir como se sintió durante la gestión de la pandemia hasta su dimisión en mayo de este año y después de 5 años al mando de la secretaria de Salud Pública. Este profesor de la facultad durante más de 20 años, se remontó a diciembre de 2019, cuando la OMS declaró la detección de un brote de neumonía de origen desconocido en 27 personas de China. «Las experiencias previas eran similares: la eclosión de una enfermedad en un lugar determinado pero con poca repercusión en el resto del mundo, como la gripe A o el ébola, por ejemplo». Y sobre este hecho elaboraron un protocolo, con el que «pensábamos que estábamos preparados», y construyeron el discurso, que Guix defendió ante los medios de comunicación los primeros días: «Nuestro problema era la gripe estacional, que cada diez años da un latigazo, y la letalidad del SARS-CoV-2 era muy similar a la gripe estacional y a la gripe A». Admite, no obstante, que «esas palabras me las tuve que comer con patatas».
La inminencia del Mobile World Congress, seguido del gran brote en Lombardía y el Véneto en febrero y la declaración de pandemia por parte de la OMS el 11 de marzo, cambió toda la situación. «El 12 de marzo nos vimos obligados a cerrar la cuenca de Ódena porque en un fin de semana se detectaron 300 casos y una mortalidad diez veces más alta que la letalidad en Cataluña». A continuación, el estado de alarma. Eso supuso que «el Ministerio de Sanidad, que prácticamente no tiene competencias, se pusiera al timón de una situación que ha gestionado muy pocas veces y nos sorprendió con coroneles y militares en lugar de científicos al mando; eso ya daba una idea de como irían las cosas», explicó Guix. A partir de entonces, cambiaron la estrategia de contención por la de mitigación: «Frenar el virus renunciando a eliminarlo para evitar el colapso del sistema sanitario».
La gestión de la crisis
«¿Y esto como evolucionará?, nos preguntábamos. Cualquier planteamiento era escalofriante, con muchos modelos matemáticos e incluso contradictorios entre ellos, porque se soportaban en datos que no conocíamos bien». La situación en los centros sanitarios y en las residencias es de sobra conocida: «Necesitábamos comprar material donde fuese, pagando lo que fuese», con la dificultad añadida de que «cuando el gobierno central nos dijo que incautaría el material para distribuir a las comunidades provocó que los proveedores sólo quisiesen cobrar en metálico por miedo a perder la partida y el dinero». El sistema de vigilancia epidemiológica también fue insuficiente para el volumen de trabajo y los problemas burocráticos retardaron tres meses la autorización para la incorporación de rastreadores. Colapsaron los laboratorios, y los sistemas de información «eran absolutamente deficientes: trabajábamos con excels y con los informáticos a toda máquina para hacer compatibles los sistemas de los centros sanitarios». A eso se le sumaba la falta de evidencia científica, «con publicaciones de muestras muy cortas y artículos que se contradecían cada dos días», explica Guix. A pesar de todo, se pudieron instalar hoteles medicalizados, más camas de intensivos, hoteles para profesionales que tenían miedo de infectar a su familia en casa y, por encima de todo, la «respuesta excelente, heroica totalmente, de los profesionales», reconoce Guix.
Con todo ello, no obstante, se consiguió allanar la curva y diseñaron una desescalada de 4 etapas, con 15 días por etapa siempre que se cumplieran los indicadores. A pesar de esto, «las últimas etapas se quemaron demasiado deprisa, y un 15% de los enfermos y más de un 40% de los contactos no cumplían ni con el aislamiento ni con la cuarentena», apunta Guix.
¿Cómo será el futuro?
Ahora la situación es de fatiga social, reconoce, no solo por todo lo que ha pasado sino también por la falta de expectativas, que «lleva al relajamiento de normas y conduce a un contexto social de contestación». Y alertó también de las consecuencias de la excesiva visibilidad que se le da a los negacionistas porque puede suponer un riesgo a la hora de implementar las vacunas.
En este futuro incierto, la predicción de Guix es que conviviremos con el virus, como hemos hecho con la gripe estacional y la gripe A, pero hace falta resolver todavía si será estacional y si las vacunas que están a punto de salir al mercado son eficaces también contra las mutaciones del virus.
Premios Sant Lluc a los mejores estudiantes
Durante el acto se hicieron públicos los premios Sant Lluc que la facultad otorga cada año para reconocer el esfuerzo y premiar a los mejores trabajos de Fin de Grado y de Máster de los alumnos de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud. Son los siguientes:
Anna Vidal Romero, por «Estudi observacional retrospectiu de la infecció per clostridium difficile i les recurrències a l’Hospital Universitari Joan XXIII de Tarragona», y Liz Alejandra Amu Hernández y Kimberley Lachmeijer, por «Manejo del síndrome de distrés respiratorio del recién nacido prematuro y factores predictivos de su evolución durante el ingreso en una unidad de cuidados intensives neonatales de tercer nivel», a los mejores Trabajos de Fin de Grado de Medicina, dotados con 250 euros cada uno.
Júlia Quintillà Benet por “Effect of radiotherapy on energy metabolism in patients with breast and lung càncer”, y Sara de las Heras Delgado, Esther Cendra Duarte y Adoración Alías Guerrero, por “Valoración de la calidad nutricional y del precio de los productos sin gluten respecto a sus análogos con gluten a través del algoritmo del sistema de etiquetado frontal Nutriscore”, a los mejores Trabajos de Fin de Grado de Nutrición Humana y Dietético, dotados con 250 euros cada uno.
Núria Brunet Reverté por “Programa de estimulación cognitiva en pacientes mayores de 65 años con deterioro cognitivo leve/demencia leve: estudio piloto en la asociación de familiares del Alzheimer en la ciudad de amposta”, y Judit Queral Añó por “Efectividad de intervenciones nutricionales para el tratamiento de la osteoporosis en gente mayor que vive en la comunidad: revisión sistemática y metaanálisis”, a los mejores Trabajos de Fin del Máster en Envejecimiento y Salud, dotados con 250 euros cada uno.
Albert Llaveria López, por el trabajo “Relació dels contrasts tèrmics i els punts gallets miofascials”, Premio Fundación STS por el mejor Trabajo de Fin de Grado del grado de Fisioterapia.
Los estudiantes siguieron la inauguración del curso y el veredicto de los premios desde casa a causa de las restricciones por la COVID-19.
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