07/10/2020 Opinión
Roger Cabré, físico y profesor del Departamento de Ingeniería Electrónica, Eléctrica y Automática de la URV
La irresistible atracción de los agujeros negros
El premio Nobel de Física ha sido para Roger Penrose, por descubrir que la formación de agujeros negros es una predicción de la teoría general de la relatividad; y también para Reinhard Genzel y Andrea Ghez, por su descubrimiento de un objeto compacto supermasivo el centro de la galaxia
El premio Nobel de Física ha sido para Roger Penrose, por descubrir que la formación de agujeros negros es una predicción de la teoría general de la relatividad; y también para Reinhard Genzel y Andrea Ghez, por su descubrimiento de un objeto compacto supermasivo el centro de la galaxia
Este año la Academia de Ciencias de Suecia ha decidido otorgar el Premio Nobel de Física a tres investigadores: Roger Penrose, Reinhard Genzel y Andrea Ghez, la cuarta mujer que recibe el Nobel en esta disciplina desde 1901, que es precisamente la que tiene menos representación femenina de la historia de los premios. El Nobel reconoce así dos descubrimientos diferentes pero complementarios, poniendo un año más el foco sobre la cosmología y la astrofísica.
Penrose demostró que la formación de agujeros negros es una predicción de la Teoría General de la Relatividad que Albert Einstein describió en 1915. Paradójicamente, Einstein huía de todo lo que le parecía absurdo, como le pasaba con la incertidumbre cuántica. Quizá por eso nunca creyó en que pudiera haber agujeros negros, de los que ya se empezaba a hablar en el siglo XVIII. Admitir la existencia de lugares tan singulares donde su teoría y cualquiera de las leyes de la naturaleza perdían todo el sentido no debía ser fácil ni siquiera para una mente tan innovadora con la suya. Pero Penrose, profesor emérito de la Universidad de Oxford, utilizó modelos matemáticos para demostrar su existencia y darla a conocer con todo detalle.
De este descubrimiento que ahora ha merecido el Nobel de Física han pasado 55 años. Pero sirvió, entre otras muchas cosas, para que Stephen Hawking obtuviera más respuestas de estos misteriosos agujeros y descubriera que buena parte de la masa que entra en ellos es expulsada hacia el exterior para irse vaciando.
Reinhard Genzel, director del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre en Alemania y Andrea Ghez, profesora de la Universidad de California, han recibido la otra mitad del premio Nobel. Hace casi 30 años que sus investigaciones se centran en una región situada en el centro de la Vía Láctea llamada Sagitario A *. Han utilizado una tecnología capaz de conseguir una de las metas más difíciles: poder ver lo que hay en medio de la Vía Láctea, porque como es sabido, todo el plano de la galaxia está lleno de inmensas nebulosas que lo tapan todo . Después de años observando las estrellas orbitando alrededor de algo que no conseguían ver, concluyeron que aquello no podía ser más que un agujero negro supermasivo e invisible que atraía a las estrellas cercanas y las absorbía hacia dentro. La masa total de todo este sistema (¡Que es alrededor de cuatro millones de masas solares!) se concentra en una región no mayor que nuestro sistema solar.
Como destacó ayer la academia sueca, los investigadores premiados «han revelado los secretos de los rincones más oscuros del universo. Pero esto no es sólo una antigua aventura llegando a su victorioso final, es un nuevo comienzo a medida que nos acercamos cada vez más a los horizontes de los agujeros negros «.
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