03/03/2022 Opinión

Arantxa Capdevila y Carlota Moragas, investigadoras del Departamento de Estudios de Comunicación de la URV

No pienses en una invasión

El conflicto militar se traslada también en el campo del relato, en un intento de imponer las palabras con la que ha de referirse. Pero ¿por qué es tan importante? Artículo de opinión de Arantxa Capdevila y Carlota Moragas, investigadoras del Departamento de Estudios de Comunicación de la URV

Foto de Jimmy Liao en Pexels

La guerra entre Rusia y Ucrania no sólo se está desarrollando, trágicamente, en el campo de batalla, sino que también se está llevando a cabo en otros ámbitos como el económico, el social, el solidario y el del lenguaje. Estos días leemos en varios diarios cómo las autoridades rusas impiden a los medios de comunicación de este país referirse al conflicto con palabras como “ataque”, “invasión” o “guerra”, bajo la amenaza de sanciones económicas o de bloqueo de las publicaciones.

Vladimir Putin ha impuesto, desde el momento en que compareció para dar a conocer la incursión de sus tropas en Ucrania, la descripción de la situación como “operación especial”. Sin embargo, la práctica totalidad de los medios de comunicación y de los líderes europeos y norteamericanos y, obviamente, ucranianos, no han dudado a la hora de emplear los términos referidos sobre estas líneas para enmarcar el conflicto. Está claro, pues, que el conflicto militar se traslada también en el campo del relato, en un intento de imponer palabras con las que referirse. Pero ¿por qué es tan importante?

Esta pugna por el relato muestra que en la actualidad pocos ponen en duda que las expresiones usadas para hablar de un asunto -y más cuando es conflictivo- condicionen de manera clara en la que pensamos y, en consecuencia, cómo adecuamos nuestra actitud respecto a las posibilidades de acción.

Así, plantear el conflicto entre Rusia y Ucrania como una “invasión” o un “ataque” de Rusia a Ucrania hace que identifiquemos a Rusia como el agresor y a Ucrania como la víctima. Como ya han puesto de manifiesto los cognitivistas a finales del siglo pasado, la manera en que hablamos de un asunto incide en cómo lo imaginamos y, colateralmente, en cómo lo valoramos. Por lo tanto, hablar de esta cuestión como una “guerra”, una “invasión” o un “ataque” nos sitúa en un marco de agresión, que le quita la razón a Rusia y que justifica las duras medidas que se están tomando contra el país. Por el contrario, definir el conflicto en términos neutros o con eufemismos (como, por ejemplo, “operación especial”) le resta agresividad a la situación y legitima la posición de Rusia

Además, promover una visión determinada de los conflictos comporta, implícitamente, una valoración de estos, es decir, los carga de valores positivos y/o negativos y nos posiciona ideológicamente. De esta forma, si lo que está pasando en Ucrania es un “ataque”, una “guerra” o una “invasión”, nos remite a un marco cognitivo que implica una valoración negativa de la situación y nos genera empatía hacia los ucranianos. Mientras que, si lo que está sucediendo es una “operación especial”, se nos remite a un marco más aséptico, que hace que la cuestión se deshumanice y, por tanto, que no genere sentimiento de rechazo.

Como afirmó George Lakoff en su conocido ensayo Don’t Think of an Elephant, el lenguaje no describe la realidad, la conforma, Eso es, los términos con los cuales nos referimos a las situaciones activan en nuestra mente el marco interpretativo que aplicaremos tanto a su comprensión como a su valoración.

Visto así, pues, se entiende mejor la voluntad de los líderes políticos de imponer unas palabras determinadas como parte de su estrategia en el conflicto.

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