16/07/2019 Opinión

Ramon Gras Alomà, Investigador de Innovación Urbana de la Universidad de Harvard

Redes de talento, diseño urbano y estructuras de apoyo a la innovación: claves para generar prosperidad distribuida en el siglo XXI

Vista aérea de la Harvard Business School, adyaciente al futuro campus tecnológico de Harvard Allston. Foto: Wikipedia.
El reto de generar prosperidad distribuida en la era de la robótica, la automatización de procesos y la inteligencia artificial

Uno de los grandes retos que nuestra sociedad deberá afrontar en los próximos años es el de dar respuesta solvente a los períodos de estancamiento económico y falta de oportunidades laborales atractivas que afectan directamente la vida de una parte importante de los ciudadanos de los países occidentales. Estos fenómenos se deben principalmente a tres factores: en primer lugar, la falta de ideas, de ética y de liderazgo que observamos en el mundo occidental desde hace décadas; en segundo lugar, la disrupción producida por la llegada —desde el punto de vista sistémico— de nuevas tecnologías que transforman los sistemas productivos y las relaciones interpersonales en el mundo laboral, y, por último, la globalización del comercio internacional, que ha permitido el auge de nuevas potencias económicas, particularmente en Asia.

Se prevé que, durante las próximas tres décadas, las clases medias de países como China o India se tripliquen. Este hecho representará un cambio dramático en las relaciones comerciales y de poder en el campo de la geopolítica. Asimismo, la emergencia de tecnologías fundamentadas en la inteligencia artificial, la robótica y la automatización de procesos amenazan con destruir al menos un tercio de los puestos de trabajo en el mundo occidental. Además, Occidente, y particularmente el continente europeo, da muestras evidentes de agotamiento, así como de haber perdido el pulso de la innovación y el liderazgo en el desarrollo de nuevas soluciones que permitan generar círculos económicos virtuosos que beneficien a la mayoría de la población.

Como consecuencia de estos factores, la sociedad occidental se enfrenta a un período de gran incertidumbre. El continente europeo, a modo de ejemplo, ha pasado de representar el 34 % del PIB mundial a solo el 17 % en cuatro décadas; y la tendencia sigue a la baja. Europa es un gran centro de consumo, pero parece haber perdido el empuje civilizador, productivo y creativo que la caracterizó durante siglos. Con todo, el futuro de la sociedad y la economía europeas no está escrito. Si bien los augurios a corto plazo no son buenos, también es cierto que todas las teorías deterministas y materialistas de la economía y de la historia han mostrado una falta absoluta de rigor. La pregunta clave es: ¿cómo podemos comprender mejor el problema, hacer un diagnóstico más acertado y revertir esta tendencia para atraer un impulso renovador apoyándonos en el legado más valioso que hemos heredado?

¿Depende de nosotros crear un modelo económico que genere prosperidad distribuida? La ciencia de la complejidad y la teoría de las redes aportan nuevas ideas a la economía

A pesar de los riesgos y amenazas objetivos que estos factores pueden representar para la sociedad europea en general —y la catalana en particular—, aún estamos a tiempo de decidir nuestro futuro individual y colectivo. Disponemos de herramientas de análisis a nuestro alcance para diseñar intervenciones estratégicas que nos permitan impulsar nuestro potencial y generar oportunidades que beneficien estructuralmente a la sociedad en su conjunto.

Un campo que ha experimentado adelantos vigorosos durante los últimos años es el de la ciencia de la complejidad y la teoría de redes, en particular por sus aplicaciones a la economía. Los estudios liderados por Ricardo Hausmann (Harvard) y César Hidalgo (MIT) arrojan luz sobre el problema de la identificación de los ingredientes y las dinámicas, que es el motor de la prosperidad de las naciones. El modelo que Hausmann e Hidalgo han diseñado supera de largo todos los estudios previos en lo relativo a la identificación de los factores clave que permiten a los países y regiones disponer de un diagnóstico y modelo de predicción de su fortaleza económica.

Hausmann e Hidalgo identifican que el motor de la economía de un país es el know how colectivo de la sociedad: la habilidad de las personas, empresas e instituciones de trabajar en red para dar nuevas soluciones, productos y servicios que respondan con solvencia a las necesidades del colectivo. Sintetizan el saber hacer colectivo gracias al concepto de complejidad económica (economic complexity), calculado a partir de la potencia, diversidad y sofisticación de las exportaciones del país: product space of exports. El índice de complejidad, además, está correlacionado positivamente con más libertad política, una menor criminalidad y corrupción, y una mayor seguridad ciudadana.

Si bien este modelo resulta de gran utilidad para llevar a cabo diagnósticos precisos y facilita la toma de decisiones en el ámbito nacional, tiene una gran limitación: la gran mayoría de decisiones económicas de calado se producen a escalas más pequeñas: regionales, de ciudad y empresa/colectivo. ¿Cómo salvar la distancia abismal entre el grueso de decisiones que determinan la evolución del know how colectivo y las limitaciones objetivas de las actuales herramientas de análisis, toma de decisiones y criterios de diseño del tejido urbano?

Alta resolución de la complejidad económica: el reto del análisis de la innovación urbana

Nuestro equipo de investigación en Innovación Urbana de la Universidad de Harvard se centra en analizar los criterios territoriales de diseño urbano y conformación de talento individual y de estructuras organizativas. El objetivo de este análisis es liberar el potencial latente para crear una sociedad más humana, así como una economía más dinámica, creativa y generadora de prosperidad distribuida.

Para disponer el día de mañana de una sociedad más humana, necesitamos fortalecer un modelo de apoyo al tejido productivo que permita crear prosperidad distribuida, así como reconocer y recompensar el mérito y la contribución individual o colectiva de los ciudadanos. El elemento principal de esta prosperidad distribuida es la potenciación del saber hacer colectivo; asimismo, el motor acelerador que propulsa ese know how es la innovación. Por este motivo es necesario identificar qué factores permiten liberar el potencial innovador latente en la sociedad.

Para responder a esta pregunta se han analizado, a partir de la ciencia de la complejidad y la teoría de redes, los cincuenta distritos de innovación más potentes de Estados Unidos, ubicados en ciudades como Nueva York, Boston, Chicago, Los Ángeles, San Francisco Bay Area, Seattle y muchas otras.

Una de las principales iniciativas del equipo que han permitido medir, iluminar y comprender mejor el fenómeno y las dinámicas de la innovación urbana ha sido la territorialización del modelo de complejidad económica en tres ámbitos.

  • Regional: tejido urbano, infraestructural y operacional que permite potenciar las industrias y exportaciones de alto valor añadido, en las que se han identificado, medido y analizado las dinámicas que impactan en las tres grandes fases de la innovación regional:

—investigación y academia

—transferencia de tecnología

—producción en masa

  • Urbano: distritos de innovación que generan beneficios no lineales de agregación estratégica de actividades intensivas en conocimiento, en los se han identificado las cinco grandes fases de la innovación urbana:

—inputs: inversiones estratégicas, criterios de diseño, marco regulador y choques exógenos

—intensidad de innovación

—dinámicas de innovación

—rendimiento de la innovación

—impacto social de la innovación

  • Arquitectónico: equipos de alto rendimiento que crean nuevos productos, servicios y soluciones para dar respuesta a las necesidades humanas, en las que se han identificado, medido y analizado las siete grandes fases de la innovación de equipos:

—nuevas ideas

—análisis de datos

—hipótesis de trabajo

—prototipos

—iteraciones y calibración del modelo

—producto mínimo viable

—adopción masiva de la solución

Los tres factores que permiten liberar el potencial innovador latente en la sociedad

Como resultado de nuestros análisis, se han detectado y analizado las tres redes que permiten liberar el potencial innovador de un territorio:

  • Redes de talento
  • Redes de estructuras organizativas y sistemas de incentivos
  • Red de diseño urbano e infraestructural que configura el espacio físico donde se desarrolla el tejido productivo.

La buena noticia es que los tres factores principales dependen de decisiones humanas y, por tanto, condicionan su desarrollo. Se han identificado las principales relaciones causa-efecto que favorecen o dificultan la habilidad de las sociedades para permitir a sus ciudadanos el desarrollo de nuevas soluciones y la transformación de lo que inicialmente suelen ser puras intuiciones en productos o servicios escalables que generen riqueza y permitan desarrollar una vida más plena.

A modo de ejemplo, se han medido los beneficios no lineales de la agregación estratégica que se producen en los distritos de innovación más consolidados. Los análisis han revelado que, por empleado, se producen cuatro veces más invenciones (nuevas patentes, nuevos productos, nuevos servicios, I+D, artículos científicos); por residente, se generan nueve veces más puestos de trabajo (quince veces más en sitios intensivos de conocimiento) y hasta veinte veces más riqueza. Además, por cada puesto de trabajo intensivo en conocimiento, se generan de media cinco empleos de apoyo; esto favorece la reducción del desempleo y contribuye a generar ciclos de prosperidad distribuida en toda el área metropolitana de la ciudad.

Una posible estrategia ganadora es la del diseño de distritos de innovación, capaces de alojar centros de investigación y transferencia de tecnología punteros, compañías intensivas en innovación y personas, y equipos, que puedan generar nuevos productos y servicios a partir de la colaboración. A su vez, estos pueden generar inmensas oportunidades de trabajo para la sociedad mediante centros de producción de alto valor añadido y hubs intermodales que permitan que estos productos y servicios sean competitivos en el mercado global. Esta estrategia, en definitiva, pretende generar una economía basada en la innovación y el mérito personal.

Durante las próximas semanas, la MIT Technology Review, el World Economic Forum y otras publicaciones de alcance internacional anunciarán la publicación del primer Atlas de distritos de innovación del mundo, desarrollado por el grupo de investigación en Innovación Urbana como evolución de la tesis que publiqué en 2018 con mi colega Jeremy Burke. Si bien esta primera edición se centrará particularmente en los cincuenta distritos de innovación líderes en Estados Unidos, en el futuro se atenderá también a Europa, Latinoamérica, Asia y otras regiones del mundo. Esta nueva metodología (que bebe de autores como Évariste Galois, Ildefons Cerdà y Louis Durand, así como de los modelos desarrollados por Barabasi, Hidalgo y Hausmann) puede ser una de las claves que debe permitir una mejor comprensión del fenómeno de la innovación urbana y servir de estímulo y guía para tomar mejores decisiones. Asimismo, puede ayudar a disponer de mejores criterios de diseño en Barcelona y en el Camp de Tarragona. Con el tiempo, se puede  convertir en un motor que genere más oportunidades profesionales de calidad y nos permita avanzar hacia una sociedad más próspera, dinámica, libre y, en última instancia, más humana.

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