26/02/2019

La Facultad de Química guía a los alumnos de secundaria para evaluar la calidad del aire de sus centros

Estudiantes e investigadores acuerdan soluciones de mejora tras analizar los resultados de las muestras tomadas en el interior y el exterior de las instalaciones

Los alumnos del Instituto Cal·lípolis de Tarragona en el laboratorio de la URV donde se han analizado las muestras de contaminantes del aire, con la investigadora Laura Vallecillos.

«No somos conscientes de los compuestos que respiramos», asegura Nerea Cañadas, alumna del Instituto Cal·lípolis de Tarragona. Junto con sus compañeros del Ciclo Formativo de Grado Superior de Salud Ambiental, participa en un proyecto ideado por la Facultad de Química de la URV, que tiene por objetivo evaluar la calidad del aire de los centros educativos involucrando a los estudiantes en todo el proceso, desde la toma de muestras hasta la evaluación de los resultados. Al mismo tiempo, los alumnos de secundaria aprenden las nociones sobre los compuestos orgánicos volátiles y los contaminantes emergentes mediante la práctica.

Los 30 alumnos del Instituto Cal·lípolis que participan en el proyecto han tomado muestras de diferentes puntos del exterior del recinto del Complejo Educativo de Tarragona, donde está ubicado el centro, y de tres aulas donde se realizan actividades con uso de compuestos y disolventes. En una visita a la Facultad de Química han podido comprobar cómo se hacen las analíticas de las muestras y cuáles han sido los resultados.

Así, la investigadora Laura Vallecillos les mostró el equipo de cromatografía que permite separar los compuestos de la muestra que los alumnos recogieron con lo que se denominan muestreadores pasivos. Y les explicó cómo interpretar los resultados.

Del análisis de los compuestos exteriores, se observó que hay presencia de compuestos típicos de un área semiurbana con tráfico y actividad industrial. De hecho, el interés de este análisis estaba en la proximidad del Complejo Educativo con las actividades industriales del polígono sur, que no está tan estudiado como el polígono norte.

En este sentido, durante la sesión de conclusiones que hicieron conjuntamente investigadores y alumnos del Instituto Cal·lípolis determinaron que será necesario intensificar el monitoreo y comparar los resultados con las muestras tomadas en otros puntos de la ciudad y en poblaciones cercanas, para poner en relación los valores que han encontrado. Francesc Borrull, que lidera el proyecto, explicaba a los estudiantes que, una vez obtenidos los datos, se realizarán estudios de cálculo de riesgo, para comprobar si los valores de la concentración sobrepasan los límites permitidos y la afectación que podrían tener para la salud.

Sesión del investigador Francesc Borrull con alumnos del Instituto Cal·lípolis sobre los compuestos orgánicos volátiles.

Por otra parte, el análisis de las muestras tomadas en las aulas revelaron una presencia elevada de compuestos químicos volátiles, hasta 62. Se trata de aulas donde se trabaja con productos de estética, que contienen, precisamente, disolventes y metacrilatos. Por eso durante la jornada en la Facultad de Química, investigadores y alumnos acordaron realizar una segunda monitorización y valorar acciones de mejora, como por ejemplo instalar pequeños extractores y cambios de aires para reducir la concentración de compuestos en el aire.

Según explica Marta Calull, profesora de la Facultad de Química, a los alumnos «estos compuestos no se quedan en la atmósfera como tales, sino que tienen una serie de reacciones». De ahí la importancia de controlarlos porque pueden tener efectos irritantes, respiratorios, producir dolor de cabeza e incluso cáncer. De hecho, hay un tipo de contaminantes, los emergentes, que ni siquiera hay suficientes estudios para medir cuál es el límite a partir del cual tienen efectos sobre la salud.

Además del Instituto Cal·lípolis, el Colegio Sant Pau también participa en este proyecto, con la monitorización de la presencia de compuestos dentro de las aulas. El proyecto, coordinado por Anna Borrull, celebrará un encuentro con ellos el próximo día 12 de marzo, en el que se discutirán los primeros resultados obtenidos de la monitorización que se ha llevado a cabo últimamente, tanto en ubicaciones externas como en el interior de las aulas . Estos estudios deben conllevar acciones para la mejora de la calidad del aire en las aulas, tales como sistemas de ventilación o presencia de plantas, y que según estudios actuales se relacionan con el rendimiento escolar de los estudiantes.

Para Francesc Borrull, «es importante que los alumnos hagan suya esta iniciativa y se inicien en la investigación, participando en proyectos donde ellos son los protagonistas y los resultados de la investigación afecten directamente sobre su entorno y su calidad de vida» .

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