22/01/2019
Los futuros maestros aprenden cómo transmitir el método científico en la educación primaria
Diseñan actividades de indagación que aplican durante las prácticas en las escuelas para mejorar la competencia científica de los niños
Diseñan actividades de indagación que aplican durante las prácticas en las escuelas para mejorar la competencia científica de los niños
Cada vez se valora más la competencia científica en los contenidos de educación primaria: los niños y niñas tienen que entender cómo se aplica el método científico y, a medida que avanzan los cursos, tienen que gestionar datos, analizar gráficos o emitir una opinión a partir de unos resultados. Pero ¿cómo se debe implementar en el aula el método científico? Los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología están aprendiendo cómo hacerlo mediante la experiencia práctica: este semestre llevan a las aulas de las escuelas donde están haciendo las prácticas las actividades de indagación que ellos mismos han creado a través de la asignatura Enseñanza y aprendizaje de ciencias experimentales.
Los estudiantes de tercer curso del grado de Educación Primaria y del doble grado de Educación Infantil y Educación Primaria han aprendido en clase a elaborar una hipótesis, diseñar un experimento para obtener datos objetivos y plasmar los resultados; todo ello, desarrollando un contexto en forma de cuento que permita introducir el tema en los niños.
La profesora Maite Novo contextualiza la actividad con el cuento Konik el esquimal, en que el protagonista tiene la misión de apagar un fuego en el Amazonas con agua mágica que es caliente. El esquimal tiene que valorar cuál es la mejor de cinco opciones para enfriar el agua rápidamente, y esto mismo hicieron los estudiantes durante el primer semestre del curso, diseñaron experimentos para probar las cinco opciones con la dificultad añadida de no tener más información que sus propios recursos y fuentes: «Es una situación que les genera estrés, pero pretende demostrarles que en la ciencia tienes que jugar con la incertidumbre y controlar el proceso de experimentación al máximo», explica Novo.
Una vez han vivido como alumnos el proceso, son ellos los que, organizados en grupos de trabajo, crean de nuevo un contexto, una hipótesis y el experimento con los materiales que escogen. Por ejemplo, los estudiantes Rafael Agredano, Ferran Martin, Naiara Mañas y Björn Solla han creado la historia de un personaje que tiene que construir una barca, por lo que tiene que decidir qué madera es la más idónea y qué peso puede poner.
En este sentido, los estudiantes ven la importancia de llevar su propio experimento a la escuela donde hacen las prácticas porque «tiene más incidencia sobre los niños hacer experimentos que pueden aplicar», afirman Rosa Bladé, Alícia Chavero, Pau Orts y Aina Salado. Para Laura Menchon, que ha desarrollado junto con sus compañeras una actividad para comprobar cómo interactúan la sal y el agua, las actividades de indagación que hacen en la asignatura serán para los futuros maestros «un buen banco de recursos».
La profesora Maite Novo resalta que es importante que puedan aplicar los conocimientos durante las prácticas externas porque «verán que los niños tienen más capacidad de predecir y de diseñar aplicaciones que la que los estudiantes se piensan». En este sentido, recuerda los principios fundamentales para que este método funcione: hace falta que desarrollen un experimento, no una demostración, se tiene que poder medir y hay que generar un contexto.
A través de esta metodología y con los mismos contextos y experimentos, los futuros maestros pueden introducir otros contenidos, como por ejemplo las matemáticas, a partir de los resultados medibles, o la lengua, trabajando la historia que da pie a la experimentación, y la comprensión lectora, a partir de una lectura científica.