09/05/2024

El equipo de URVoltage Racing prepara la moto eléctrica para competir al MotoStudent 2025

Desde 2016 cerca de 150 personas de la comunidad URV han formado parte de esta iniciativa en la cual el estudiantado de distintas disciplinas pone en práctica lo que ha aprendido en las aulas

URVoltage es una asociación universitaria que reúne a estudiantes de diferentes disciplinas y los pone a trabajar para un objetivo común: diseñar y construir una moto eléctrica de competición como lo haría una escudería profesional. Una vez construida, la ponen a prueba al MotoStudent, un certamen bienal donde compiten con otros equipos de estudiantes de diferentes países de todo el mundo.

Creo que ha sido la mejor experiencia que he tenido; incluso ahora, que ya hace años que trabajo.

Todo empezó en el 2016 cuando Víctor Barcelón, un estudiante de tercero del doble grado en Ingeniería Eléctrica y Electrónica, Industrial y Automática vio una noticia en las redes sociales que le llamó la atención. Estudiantes de la Universidad de Málaga habían construido una moto eléctrica, la habían presentado al MotoStudent y habían conseguido hacer un buen papel con un presupuesto muy ajustado. “Fui a buscar a Lluís Guasch, uno de mis profesores, y me dijo: tú encuentra al equipo que yo encontraré el dinero”, explica Barceló. Cuando recuerda la experiencia vivida en la competición, sonríe: “Creo que ha sido la mejor experiencia que he tenido; incluso ahora, que ya hace años que trabajo; fue una experiencia única.”

El equipo URVoltage Racing que participó al MotoStudent 2018.

El equipo de la URV logró clasificarse en decimosexto lugar de 25 participantes con una moto eléctrica que alcanzaba los 163 kilómetros por hora. Todo un éxito, considerando que ninguno de ellos tenía ninguna experiencia previa. En aquella primera campaña, el equipo se marcó tres objetivos: poner en práctica los conocimientos adquiridos en los grados en Ingeniería, demostrar las posibilidades de los vehículos eléctricos como medios de transporte sostenibles y asegurar el relevo generacional y la continuidad del proyecto, motivando a otros estudiantes a formar parte del equipo. Desde entonces, cerca de 150 personas han formado parte de URVoltage Racing y el equipo de la URV ha competido en todas las ediciones del certamen.

Creo que el transporte eléctrico tiene mucho potencial y quiero enfocar mi carrera en él.

Eric Márquez es uno de los estudiantes que se incorporó al equipo la campaña anterior. Mientras estudiaba bachillerato, en unas jornadas de puertas abiertas se enteró de la existencia de la asociación, pero no fue hasta que se matriculó en el grado en Ingeniería Electrónica Industrial y Automática que empezó a verla como una oportunidad: “Creo que el transporte eléctrico tiene mucho potencial y quiero enfocar mi carrera en él; si puedo empezar a aprender desde el principio, mejor”. Así, ha encontrado en URVoltage Racing una forma dinámica y desafiante de aprender; un complemento perfecto a los contenidos teóricos del grado. “También hacemos mucha práctica en el grado, pero los laboratorios son un entorno demasiado controlado, demasiado perfecto”, reflexiona. Los problemas a los que deben enfrentarse en el taller estimulan la capacidad resolutiva de los estudiantes y los ponen en contacto con la realidad del mundo laboral.

Eric Márquez, estudiante de Ingeniería Eléctrica de la URV.

Para poner manos a la obra, los estudiantes se organizan en cinco subunidades en función de su especialidad. El equipo eléctrico y electrónico, formado por estudiantes de los grados en Ingeniería Electrónica, Industrial y Automática e Ingeniería Eléctrica, se encarga de diseñar el circuito eléctrico de la moto teniendo en cuenta las especificaciones de los dos elementos principales, el motor y la batería. Su misión es maximizar el rendimiento del vehículo en términos de velocidad punta, aceleración y autonomía, sin dejar de lado la seguridad. El equipo mecánico, formado por estudiantes de Ingeniería Mecánica, debe diseñar el chasis y otros componentes estructurales, partes que afectan al comportamiento de la moto en pista y su maniobrabilidad. El otro equipo que trabaja con las manos en la moto es el encargado de la telemetría, formado por estudiantes de Telecomunicaciones e Ingeniería Informática, que se encarga de recabar información en tiempo real sobre el rendimiento de la máquina y ponerla al alcance del equipo y del piloto.

Dado que el equipo tiene un presupuesto limitado, la optimización de los recursos y el contacto con patrocinadores es esencial. Se encarga de ello el equipo de gestión, formado por estudiantes del grado en Administración y Dirección de Empresas. Por último, la subunidad de comunicación genera material audiovisual y gestiona las redes sociales y las vías que tiene URVoltage Racing para dar a conocer su actividad al mundo. Es este equipo, el de comunicación, el único que está vacante actualmente. «Desde el taller invitamos a los alumnos de los estudios de Comunicación de la Universidad a que nos visiten y conozcan el proyecto», manifiestan.

Estudiantes de la ETSE manipulando el inversor eléctrico.

Y todo ese trabajo, ¿para qué? Pues para participar, una vez cada dos años, en la competición interuniversitaria MotoStudent, que acoge el circuito MotorLand de Aragón, en Alcañiz. Allí se ven las caras con estudiantes de universidades de todo el mundo que, al igual que ellos, han estado trabajando en su moto eléctrica. El número de equipos varía cada año, pero en la edición de 2023 participaron 49, provenientes de catorce países.

Aunque la organización del evento comprueba la evolución de los vehículos durante la etapa de desarrollo, también los someten a una serie de pruebas estáticas muy exigentes antes de que puedan salir a pista, sobre todo por razones de seguridad. Entre otras, hay pruebas eléctricas, diseñadas para identificar fugas y picos de tensión potencialmente peligrosos, y mecánicas, que determinan si las partes estructurales pueden aguantar las fuerzas que recibirán durante la carrera. Paralelamente, los equipos deben presentar y defender las decisiones que han tomado durante la etapa de diseño y construcción frente a un tribunal, que se asegura de que disponen de los conocimientos adecuados sobre el funcionamiento de la moto. Si el equipo y el vehículo superan estos exámenes, un piloto de pruebas profesional testa la moto y decide si es segura para el piloto y sus rivales.

Una vez los vehículos certificados como seguros vuelven a manos de los equipos, se someten a más pruebas para determinar su rendimiento, esta vez a manos del piloto designado por cada equipo. Se miden la capacidad de aceleración y frenado, la velocidad punta y la maniobrabilidad. Antes de la carrera, sin embargo, debe realizarse la sesión clasificatoria, mediante la cual se determina el orden de salida en función del tiempo que tarde cada moto en dar una vuelta. Los más rápidos salen delante, por supuesto.

Es como las prácticas de laboratorio: aprendes más cuando no funciona que cuando funciona.

Sólo los vehículos sin irregularidades y que no han sufrido ningún desperfecto durante las pruebas llegan a la carrera. El año pasado, por ejemplo, el equipo de la URV tuvo que enfrentarse a un imprevisto: el circuito eléctrico se comportaba de forma errática. «En el ámbito docente, fue la edición más fructífera», reconoce José Luis Ramírez, el profesor de la URV que guía a los estudiantes en todo el proceso. Recuerda que estuvieron dos noches prácticamente sin dormir intentando solucionar el problema.

José Luis Ramírez, profesor de la ETSE y tutor del equipo.

Y esto gusta a las empresas. El profesor añade que hay dos motivos por los que pueden tener interés en colaborar con el proyecto: el primero, por cuestiones emocionales —exalumnos de la facultad y antiguos miembros de la asociación que, una vez insertados en el mundo laboral, no quieren perder el contacto con el proyecto—; el segundo, para captar talento. «La empleabilidad de los estudios de la ETSE (Escuela Técnica Superior de Ingeniería) es del 100%, y esto hace que exista cierta competencia entre las empresas a la hora de captar nuevos ingenieros», dice.

URVoltage Racing es, para las empresas, una forma efectiva de establecer contacto con los estudiantes más motivados antes de que se hayan graduado. En algunos casos, los patrocinadores les invitan a presentar su proyecto en la empresa, les enseñan las instalaciones e incluso les ofrecen conocimientos útiles en el diseño y montaje de la moto. Como ejemplo, uno de los principales patrocinadores del proyecto, Lear Corporation, que produce componentes electrónicos para vehículos, contrató cerca de la mitad del equipo de la edición anterior.

Ahora el equipo está diseñando la motocicleta eléctrica que competirá en el MotoStudent 2025. Mientras la subunidad de gestión busca patrocinadores, los ingenieros elaboran modelos 3D de los componentes que más adelante tendrán que construir y montar. Hasta que no reciban los componentes que la organización de la competición pone a su alcance —el motor, los frenos y algunos elementos del circuito eléctrico— con el objetivo de garantizar la seguridad de los participantes y la justa competencia entre equipos, no podrán terminar los diseños y avanzar con el proyecto.

Sin embargo, y sin saberlo, en el taller construyen algo más que una moto de competición: una comunidad. Al igual que otros exmiembros, Víctor Barcelón sigue en contacto con el proyecto y asesora a los estudiantes cuando lo necesitan. Eric Márquez, ahora líder del departamento electrónico, vela, junto con sus compañeros, para asegurar el relevo generacional en la entidad, presentándola a los estudiantes de nuevo acceso, tal y como otros lo hicieron con él; todo ello con la ayuda del profesor José Luis. Quién sabe si el próximo MotoStudent lo ganará la URV. Lo seguro es que, con este equipo, llegarán lejos.

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