21/01/2020

Abren las primeras jarras de vino conservado en las mismas condiciones que los íberos para comprobar su evolución

Historiadores y enólogos reconstruyen el proceso de producción del vino y constatarán hasta cuando está en condiciones de ser consumido

Jordi Diloli, director del grupo de investigación GRESEPIA, y Fernando Zamora, director de la bodega experimental Mas dels Frares, abren la primera jarra de vino de la cosecha 2019.

Investigadores de la URV han abierto hoy las primeras tres jarras que contienen el vino que depositaron en septiembre para reconstruir el proceso de producción y conservación de esta bebida en las mismas condiciones en las que lo hacían los íberos. Se trata de comprobar con técnicas actuales la evolución del vino elaborado como hace 2.500 años.

Así, desde hoy y cada tres meses se abrirán las 9 jarras restantes y se llevarán a cabo las analíticas que podrán ayudar a resolver incógnitas como la conservación sin sulfitos, hasta cuándo es idóneo para ser bebido y cuáles podrían ser los motivos de la utilización de hierbas que se han documentado. Esta investigación y reconstrucción, que se hace en la bodega experimental Mas dels Frares de la URV, es a cargo de los investigadores del grupo de investigación GRESEPIA, del Departamento de Historia e Historia del arte, y de los investigadores del Departamento de Bioquímica y Biotecnología.

Las 12 jarras donde se ha empezado a envejecer el vino y se conservará hasta la próxima vendimia contienen unos siete litros de tempranillo y se taparon con corcho y yeso. Una vez destapadas las tres primeras, Fernando Zamora, director de la bodega de la URV, ha hecho un primer análisis sensorial: «El color es un poco evolucionado, con ciertas notas teja; el aroma tiene notas características que indican que están empezando a enranciarse, si bien no tiene ácido acético en cantidades importantes y recuerda a un vino de postre; es graso, untuoso y se nota que ha tenido bastante contacto con el oxígeno sin la protección de los sulfitos».

Fernando Zamora extrae vino de la jarra para hacer un primer análisis sensorial, con Jordi Diloli a su lado.

El primer vino se ha repartido en botellas que permitirán hacer una analítica completa con todas las herramientas. Así, los investigadores observarán los parámetros clásicos (grado alcohólico, acidez volátil, acidez total, pH, glicerol, ácido málico, ácido láctico, ácido tartárico); por cromatografía de gases determinarán la composición del perfil aromático, y por cromatografía líquida de alta resolución harán el análisis de los antocianos, los taninos y los polisacáridos. Finalmente, un análisis microbiológico puede desvelar uno de los interrogantes de la recreación: «Saber qué contiene este vino, porque no tiene sulfitos, y para nosotros es una incógnita ver qué ha ocurrido», ha explicado Zamora.

Además, los estudiantes de la Facultad de Enología también participarán en en análisis de este vino, que se produce por segundo año, y harán una analítica sensorial o degustación.

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